CURSO: ADOLESCENCIA Y CRIMEN

PROFESOR: MARIO ELKIN RAMIREZ

ESTUDIANTE: SANTIAGO QUEVEDO UPEGUI

FECHA DE LA CLASE: 10 DE FEBRERO DE 2016

La sesión comienza con una breve presentación de lo que se desarrollará en la clase, luego se procede con la exposición del curso, el subtema dentro del tercer capítulo (Metamorfosis de la pubertad) del libro Tres ensayos sobre teoría sexual de Sigmund Freud. Para aclarar, este libro presenta una disertación a cerca de la importancia de la sexualidad en la etapa infantil para la organización y desarrollo de la personalidad; comprendiendo que la sexualidad no es solo se refiere al sexo sino, y con más amplitud, a todas las relaciones sociales que se generan a partir de esta.

El tema, llamado “El primado de la zonas genitales y el placer previo, y la tensión sexual” presenta los cambios y las transiciones físicas y psíquicas que preceden al advenimiento de la pubertad, término que el mismo autor utiliza. Para este, los cambios físicos son mucho más visibles y claros de aprehender que los cambios psíquicos; el desarrollo y madurez que comienza a experimentarse en los genitales, tanto externos como internos -el pene y el aparato reproductor masculino- son los cambios iniciales que se presentan. La erección del pene o la humectación de vagina, por causales internas, externas y/o anímicas hacen parte del conjunto de cambios que se experimentan; aquí la barrera del placer previo se rompe -que era la única experiencia adquirida en la infancia-, y se llega o pretende llegar, más bien, a un placer final mediante el orgasmo (el cual no existía en la etapa anterior). En esta nueva etapa: la pubertad, se experimenta, un displacer que se denota como “tensión sexual”, que son obstáculos con el encuentro de la sexualidad, pudiendo llevar a los más trágicos desenlaces, tales como la pérdida del placer sexual (dado por el miedo y la incapacidad de disfrutar a plenitud la sexualidad). Esta tensión posee un carácter problemático en su misma naturaleza debido a que “encarta” a los individuos, como lo es una erección espontánea; como también se dificulta, e incluso imposibilita, definir y tener claro el suceso que causa el mismo displacer, debido al poco conocimiento y bagaje que se tiene frente al mismo tema.

Realizada la exposición, el profesor interviene para ampliar un aspecto que quizá no fue abordado de manera extensa por el compañero: la existencia de una diferencia clara en la pubertad, que difiere a la infancia: es la sexualidad, puesto que si bien existe una sexualidad infantil que se experimenta de manera autoerótica, en la pubertad ya no sólo existe esta forma; la sexualidad pasa por el cuerpo de otros, la alteridad o el heteroerotismo aparece en esta etapa. En la infancia existe un anarquismo donde el cuerpo propio es el único objeto de satisfacción sexual mientras que en la pubertad existe una primacía y un sometimiento de las pulsiones parciales hacia la unidad que rige el nuevo orden sexual: las zonas genitales. En este nuevo orden que se experimenta en la pubertad se aprehende y se consolidan nuevos valores que son socioculturalmente inculcados que redefinen, en cierta manera, la existencia de la sexualidad.

La estimulación mediante un órgano que se creería tan alejado de la labor sexual, como es el ojo, cumple un papel fundamental para la comprensión del factor estético que comienza a ser bastante influyente en la etapa púber.

Al igual, un factor psíquico que cambia respecto a la infancia es la asimilación de estructuras morales, consolidadas por la sociedad y su misma cultura. Las sensaciones de pudor y de vergüenza nacen como una ofensiva a la nueva experimentación de la sexualidad. El estado latente en que queda la sexualidad infantil, y que luego se retoma en la pubertad, genera cierto miedo, cierta tensión, cierto fastidio por la nueva etapa que el adolescente comienza a vivir.

Abordado y aclarado por completo el tema de la exposición, se hace una intervención orientada hacia la relación que puede existir entre el conocimiento de una educación sexual y la edad promedio de iniciación sexual en los adolescentes. El profesor argumenta que existe una relación dual (sí/no) sobre dicho tema, debido a que en realidad la educación sexual siempre ha existido en medida que los niños conocen o interpretan el funcionamiento de la realidad sexual; además la cercanía con los sistemas de información masiva -bien sea internet, dispositivos audiovisuales, etc.-, permiten que se tengan datos de manera clara y práctica sobre el tema; pero esto no significa –y aquí la dualidad- que el acceso a información signifique formación, pues no hay una clara evidencia respecto al tema puesto que se obvia que en el inconsciente existen estructurales psíquicas que asimilan la prevención como promoción.

A continuación se procede con el tema magistral de la sesión, tratando de responder a la relación existente entre ser adolescente y la criminalidad; quizá el pionero de tratar estar relación fue el pedagogo austriaco August Aichhorn, quien a pesar de estar orientado hacia las ciencias duras y los conocimientos técnicos en mecánica y matemática, su inquietud y trabajo como “maestro” fue por la adolescencia que se encontró en crisis en la capital austriaca desde 1907.

La preocupación que le generó el nacimiento de guarderías paramilitares que reprimían y castigaban a los niños y jóvenes por conductas “descarriadas”, lo llevó a instalar guarderías en contra de aquel modelo militar que comenzó a proliferar. Su interés era acoger jóvenes que se encontraban en riesgo de ser abandonados, en riesgo de “que se perdieran del camino de la verdad” para lograr llamar la atención de la ley. El contundente éxito que comenzaron a tener estas escuelas, durante el inicio del siglo XX, llevó a que en 1918 Aichhorn fuera comisionado para conformar un reformatorio juvenil para 1.000 jóvenes vieneses “asociales”, medida que fue tomada para contrarrestar la gran ola de delincuencia juvenil que arrasó a Europa, en general, al terminar la Gran Guerra.

La experiencia obtenida como educador, le permitió escribir un libro llamado “Juventud desamparada”, cuyo prólogo fue escrito por Sigmund Freud. Aquí, se comenzó a poner los ojos en las problemáticas adolescentes como problemas realmente neuróticos; este libro propone una guía para reconocer las manifestaciones sintomáticas y los motivos inconscientes del comportamiento juvenil delictivo, y a su vez encontrar soluciones para devolver al sujeto a la conformidad social. Este libro se presenta como la primera relación teórica que existe entre el adolescente y la conducta criminal, siendo el abandono y no el crimen, por sí mismo, la causa de esta conducta.

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