CURSO: ADOLESCENCIA Y CRIMEN

PROFESOR: MARIO ELKIN RAMIREZ

ESTUDIANTE: MARIA YULISA ARISTIZÁBAL.

FECHA DE LA CLASE: 24 DE FEBRERO DE 2016

En 1914 surge la teoría de la libido. Es Freud, quien en este año, desarrolla de una forma muy reflexiva esta teoría, en donde se trabaja las basculaciones de la libido, siendo esta una teoría del amor.  Hay una libido del yo o narcisismo, que es el amor más grande que se obtiene en la vida, en donde se encuentra un yo completamente enriquecido. Y una libido del objeto que es cuando se dirige al otro. En este último caso es donde se empobrece el yo, y el que ama se encuentra en una posición de carencia.

Es importante aclarar que la libido, como comúnmente se conoce en oriente, no es una energía sexual ilimitada. Esta bascula hacia al objeto y hacia el yo. Sin embargo es una relación inversamente proporcional, es decir, entre más se ama un sujeto a sí mismo, menos ama a los otros y viceversa.

En las basculaciones hacia el objeto hay un gran problema y es que estas no siempre son recíprocas. Entre los seres humanos no existe una ley de atracción como las hay en diferentes especies animales, y nos encontramos con un muro de palabras que dificulta nuestras relaciones.

En esta clase se retoma la diferenciación de carácter en el ser humano, la cual solo empezamos a distinguir en la pubertad. Surge un gran desarrollo de las inhibiciones de la sexualidad, estas son el asco, la vergüenza y el pudor, y son mucho más predominantes en las niñas.  Es aquí donde nace la moralidad y con este elemento es que se puede hacer un encuentro con el otro.

Al tener en cuenta todos estos elementos y hacer referencias a clases pasadas podemos llegar a conectar la obra de Freud con la temática de la clase, “adolescencia y crimen”. Durante esta clase, se referencia a el autor August Aichhorn, quien nos habla sobre la adolescencia desamparada.

Freud pensaba que la relación que más se aproxima a la perfección es la de la madre y su hijo varón. En los jóvenes que no existe esta relación emerge el odio inconsciente y en estos casos se instalan, por la falta de amor, carencia fundamental. A esto se le llama déficit de amor, y en estos momentos es cuando surge el deseo de reconocimiento. Así pues, se crea la generación no futuro, que no es más que la juventud de los excesos, en donde todos estos jóvenes se exponen en los actos criminales.

Todos estos chicos crecieron sin un no, sin leyes y sin prohibiciones que limitaran las pulsiones. Es decir, en ellos no se instalan ni la vergüenza, ni el asco, ni la compasión, ni la moralidad; en otras palabras, todos los diques contra la pulsión que surge con la adolescencia. Esta posición es aprovechada por las bandas criminales para empujarlos al exceso.

En estas bandas criminales reclutan jóvenes, quienes son obligados a descuartizar a cierta persona para así poder pertenecer en estos grupos. Así se entiende que la crueldad infantil es una continuidad del adolescente a una vida sin pudor, sin moral, sin sentimiento de culpa y sin compasión, creando así una máquina de guerra.

Para concluir es importante mencionar las conclusiones a las que llegan los autores para la reintegración de estos sujetos en la sociedad. Esta reintegración no puede hacerse sino a condición de que el educador quiebre su egocentrismo. Ya que las prácticas de los jóvenes, sus experiencias y sus actitudes lo hace sentir completo y cree en su propio narcisismo. Estos jóvenes no tienen un objeto de identificación válido, aumentando así las malas conductas y la dificultad para reincorporarlos a la sociedad.

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