CURSO: ADOLESCENCIA Y CRIMEN

PROFESOR: MARIO ELKIN RAMIREZ

ESTUDIANTE: ANDRÉS CRISTIAN CAMILO PINEDA

FECHA DE LA CLASE: 11 DE MAYO DE 2016

 

La clase inicia con la lectura del protocolo de la clase anterior, después de esto hay una exposición a cargo de una compañera sobre el capítulo 10 del libro Juventud Desamparada de August Aichhorn el cual toca temas principales de su trabajo con los adolescentes como los dos tipos de delincuencia que hay: la latente y la manifiesta, al igual de que la delincuencia puede llegar a grados donde no importan para nada las convenciones sociales y el delincuente actuar de acuerdo a su mero instinto de placer. Para ilustrar esto se comparan las conductas que tienen los niños nuevos en una escuela como llevar el uniforme y los zapatos sucios o rotos y el cabello despeinado y malas actitudes en general y traslada esto a la esfera adulta donde los sujetos toman comportamientos similares en sus lugares de trabajo.

Aichhorn se pregunta por qué la mayoría de las personas se adaptan a lo que la sociedad les impone, y empieza a hablar sobre la construcción del yo, el cual tiene determinantes externos e internos y las reacciones a estos determinantes deja consecuencias en el mundo de cada uno; por ejemplo el niño está en un mundo auto erótico en un principio porque toda su energía libidinal está puesta en él mismo, pero más adelante dicha energía empieza a desviarse y se pone una parte en otros objetos que empieza a reconocer en su entorno y que son los que el niño quiere que lo satisfagan, esto es lo que se conoce como libido de objeto. A través de esta libido objetal la energía libidinal va variando de una persona a otra de las cuales paralelamente va a estar identificándose inconscientemente y asiéndose de sus rasgos y así configurando su personalidad.

Sin una catarsis objetal previa también se produce la identificación principalmente con los padres, que son las primeras figuras con las que se relaciona el niño; aquí todavía se encuentra en una etapa narcisista, sin embargo, su relación con ese otro es la primera configuración e identificación de lo que el niño cree que se debe y no se debe hacer en la sociedad.

Después de la exposición de la compañera, el profesor Mario Elkin Ramírez inicia la suya contextualizando el texto del que se está hablando, el cual fue publicado en 1925, período de entre-guerras, donde la teoría psicoanalítica sufrió cambios fundamentales, sin embargo Aichhorn seguiría fiel a los planteamientos freudianos; ya en 1900 precisamente Freud había hablado de una primera teoría tópica donde el aparato psíquico lo dividió en consciencia, preconsciente e inconsciente; para 1923 propone una segunda tópica donde habla de un yo como componente secundario ya que lo originario y principal era el ello, donde el aparato psíquico funciona de una manera muy primaria y donde se le da gran importancia a satisfacer el principio del placer; es decir que las pulsiones dominan en la niñez el aparato psíquico y no hay un yo configurado, por eso los comportamientos son egoístas, disociales e incluso asociales, para la muestra pueden pensarse varios comportamientos que si viéramos en los adultos se censurarían como perversos y delincuenciales, mientras que en el niño como se sostiene que no hay un yo de responsabilidad eso se asume distinto este tipo de conductas.

Al contacto con el principio de realidad el Ello se va transformando, para esto la sociedad desempeña un papel crucial, incorporando, introduciendo e introyectando precisamente lo institucional y lo convencional, haciendo hincapié en la familia que es quien tiene los primeros contactos con el sujeto y así se va configurando el Yo, que es otra de las instancias psíquicas de la segunda tópica, al irse configurando el yo, este trata de dominar al ello, al menos una parte de él.

La identificación es un proceso inconsciente por medio del cual el sujeto toma rasgos de otras personas y los erige como modelos a partir de los cuales se transforma y se va configurando su yo o su personalidad. Las esperanzas de Aichhorn en los jóvenes está puesta en la explicación de que el yo se va configurando durante la niñez y hasta la juventud de modo que al ser esta la población con la que trabaja puede lograr cambios significativos en las conductas de los jóvenes desamparados.

Aquí cabe recordar que en la introducción que hace Freud al texto de Aichhorn plantea que “no todo se puede gobernar, no todo se puede educar ni todo se puede psicoanalizar”, es decir que hay una parte que no se somete en cada uno de nosotros y esa parte rebelde es precisamente una parte de las pulsiones, esas que siempre van tirando al lado contrario con respecto a la realidad exterior. Aichhorn acepta ante la afirmación de Freud que la educación fracasa en el dominio total de las pulsiones, hay un resto que queda ahí aparentemente ausente y es precisamente la delincuencia latente, la cual se va a manifestar ante una oportunidad que el sujeto tenga y así se volverá manifiesta; es decir, todos somos delincuentes latentes, unos más que otros; y en las circunstancias adecuadas cualquiera puede volverse delincuente.

El residuo de la identificación mayor a los padres se llama ideal del yo, que es entonces la tercera instancia junto al ello y al yo; el ideal del yo reemplaza a los padres en el sentido de que ya ellos no tienen que estar presentes para que el sujeto actúe como la sociedad espera que lo haga, aquí están todos los ideales educativos de acuerdo a cada sociedad; sin embargo, en cada sociedad estos ideales son distintos. El ideal del yo sería entonces la instancia interiorizada de una autonomía del sujeto para determinar el bien y el mal de sus conductas, allí estarían los diques pulsionales (pudor, vergüenza, piedad, asco) que son aquellos que regulan la pulsión.

Cabe resaltar que no siempre el ejemplo de los padres es el mejor para los niños, por ejemplo el padre que golpea, maltrata y es un tirano denota  allí una dimensión obscena y feroz; debemos diferenciar entonces entre el ideal del yo y el Superyo: el ideal del yo pone en el sujeto el peso de los ideales sociales, es una parte de la personalidad que quisiera un arreglo entre las pulsiones, los deseos y la ley y lo cívico,  y el Superyo que es quien empuja de una manera excesiva dentro de ese mismo ideal, se manifiesta en el sentimiento de culpa y está en el orden de lo tiránico.

Durante la sesión se presentó la intervención de parte de una de las compañeras donde pregunta por la determinación de las inclinaciones sexuales de los sujetos, en su momento el profesor da respuesta desde Freud el cual inicialmente proponía que había una identificación de los niños con el padre y las niñas con la madre; sin embargo, posterior a esto sugirió que todos los sujetos son en un principio bisexuales, en la adolescencia es donde se toma la decisión la cual es inconsciente y forzada, en el sentido de que ante una elección, simultáneamente se está renunciando a otro tipo de cosas. La predisposición está pero depende de las experiencias que cada persona se encuentra en la vida.

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