Profesor: Mario Elkin Ramírez

Estudiante: Luisa Fernanda Mesa.

Clase de Enero 18 de 2014

 

Después de realizar la lectura y escuchar la exposición del quinto principio rector, el profesor Mario Elkin empieza a explicar sobre los enunciados de éste.

En un primer momento, retoma que la cura psicoanalítica no es estándar, ni plantea procedimientos para estandarizar un comportamiento a través de un protocolo o diagnóstico, no es una técnica y comporta elementos diferentes a una psicoterapia.

El psicoanálisis o la cura psicoanalítica se identifica por ser un método de investigación de lo singular o excepcional del sujeto, es decir,

“es un método de investigación que consiste esencialmente en evidenciar la significación inconsciente de las palabras, actos, producciones imaginarias (sueños, fantasías, delirios) de un individuo. Este método se basa principalmente en las asociaciones libres del sujeto, que garantizan la validez de la interpretación. La interpretación psicoanalítica puede extenderse también a producciones humanas para las que no se dispone la asociación libre.” (Laplanche, 1996, p. 316)

Para continuar ampliando ésta explicación, el profesor retoma el ejemplo del esquema de los conjuntos: existe un conjunto Universal, el cual se caracteriza porque los sujetos buscan la supervivencia y escogen salidas consideradas universales para resolver su malestar. Así mismo, dentro del conjunto universal se encuentra el conjunto de lo Particular, se caracteriza porque el sujeto no está reducido a la supervivencia sino que se atraviesa un deseo que les permite buscar otras formas de resolver su malestar.  Existe un tercer conjunto, el de lo Singular que está por fuera del conjunto universal; se caracteriza porque el sujeto conquista su singularidad, busca una salida que puede ser típica pero no es la ideal. Lo singular le permite al sujeto ser consecuente con su deseo y lo hace feliz.

En el quinto principio se explicita que Freud retomó la metáfora del ajedrezpara explicar el acto analítico e identificó como punto de encuentro entre ellos, la presencia de reglas o para el inicio o para el final.

El ajedrez es un juego de estrategia que tiene como objetivo derrotar al rey del oponente. Al inicio del juego cada jugador tiene dieciséis piezas: un rey, una dama, dos alfiles, dos caballos, dos torres y ocho peones. Cada pieza se mueve en el tablero de forma diferente. El juego finaliza cuando uno de los jugadores amenaza el rey con alguna de las fichas propias sin que el otro jugador pueda protegerlo, como resultado es el jaque mate y el fin de la partida. Sin embargo, con el paso del tiempo, se diseñaron programas de ajedrez por ordenadores que comenzaron a ganar incluso a grandes maestros en partidas rápidas y luego en condiciones de torneo. Freud utilizó la metáfora del ajedrez, porque la apertura es protocolizada y finaliza con el jaque mate, pero el desarrollo de la partida es singular, requiere de cada jugador planteamientos tácticos y estratégicos distintos.

En el acto analítico los que participan son el analista y el analizante, se identifica por la interpretación controlada de la resistencia, de la transferencia y del deseo. Al empezar el acto analítico, el analista es quien aprueba que se desarrolle la partida y el analizante se dispone para permitir que a través de la asociación libre, pasar de la queja al síntoma, desprenderse del soporte imaginario de la mirada, entre otros, el inconsciente pueda manifestarse con la mayor libertad. Al finalizar de la partida en el acto analítico, se espera que el sujeto o analizante experimente la verdad consecuente con su deseo y salga más contento consigo mismo. El desarrollo del acto analítico, es único para cada sujeto y no se sabe que va a pasar durante éste.

Para finalizar con la revisión del principio, se establece que el psicoanálisis, no es una técnica, no tiene una regularidad en el tiempo, sino que un discurso que anima a cada uno a producir su singularidad, su excepción. Los casos de Freud: Dora, El hombre de las ratas, Juanito y El Hombre de los lobos, se referencian en el principio y fueron retomados por el profesor, evidenciando algunas características de cada uno de los casos, las diferencias en la duración de la cura y la salida singular que cada uno realizó.

El caso Dora

Ida Bauer es  el verdadero nombre de Dora, fue uno de los primeros casos clínicos en la historia del psicoanálisis.

En la ponencia que realiza Lorenzano(Febrero 2004) retomó el caso Dora, quien fue una joven de 18 años que es llevada por su padre a la consulta de Freud, por tener diversos signos y síntomas sucesivos o que casi la imposibilitan: tos nerviosa, ronquera, ataques de apendicitis, etc., que Freud diagnostica como histeria. En el curso del tratamiento, descubre que Dora conoce a fondo la sexualidad humana, incluso en las –así las llamadas- perversiones, y que está enamorada del señor K, de la señora K, quizás de su padre; mantiene intensas relaciones con otras figuras femeninas, y sueña con casas que se incendian. Al tiempo que narra sus encuentros, Freud construye su concepción psicoanalítica de la histeria.

En 1905 Freud publicó el caso con el título “Análisis fragmentario de una histeria -comúnmente llamado el Caso Dora-“, escrito cinco años después, luego de que el 31 de diciembre de 1900 la paciente pusiera término por su propia voluntad al tratamiento iniciado en octubre de 1900. Por el tiempo de duración del acto analítico,  menos de tres meses, Freud pudo recordarlo por completo y registrarlo a la manera de una historia clínica.

El caso Hombre de las ratas

En el registro que realizó Ramírez-Salas (Mayo 2008) describió que el caso fue bautizado así, por el mismo Freud. Toma este seudónimo de la fantasía que este tiene en su psiquismo, relacionada con el relato de un suplicio que consistía en la introducción de ratas por medios artificiales en el recto del supliciado; el recuerdo de esa situación es el motivo de consulta, considerado por el paciente como el factor desencadenante de su “enfermedad”.

Sin embargo, Freud dice que el recuerdo y la escucha de un relato como este no es la causa de la “enfermedad”. Lo que ocurre, como en la mayoría de los casos, es que al escucharlo se actualizan aspectos reprimidos en el inconsciente y aparece la angustia. Cuando avanzamos en el proceso de un análisis, encontramos otros aspectos destacables que permiten llegar al origen y a las causas de este tipo de padecimiento.

Ernst Lanzer, que así se llamaba el “hombre de las ratas” era un abogado de  veintinueve años; Freud lo consideró desde su primer encuentro como un tipo inteligente y sutil, cuyos síntomas obsesivos eran alienantes y extraños, y los desplegaba de una manera más notoria que otros neuróticos.

El padre de este paciente había muerto algunos años atrás, pero el temor por él persistía, algo característico en los obsesivos. Este temor había aparecido en el recuerdo y en la vida del “hombre de las ratas” como a los cinco años y, según él, este era la causa de su trastorno. Pero tampoco se va a ubicar aquí el comienzo de su “enfermedad”. Freud aclara que este tipo de sentimientos, a esa edad, es ya la “enfermedad” misma y por lo tanto Lanzer, a sus cinco años, ya presentaba una neurosis obsesiva completa en la que no faltaba ningún elemento.

Para finalizar con éste caso, es importante mencionar que Ernst Lanzer, Llega a tratamiento tras haber hojeado el libro de “Psicopatología de la vida cotidiana” y hallar en él el esclarecimiento de unos raros enlaces de palabras que le hicieron acordarse de sus propios trabajos de pensamiento, esto lo resolvió a confiarse de Freud. Inició tratamiento el 1° de octubre de 1907, concluyendo 9 meses después en julio de 1908.

El Caso Juanito o El Caso del pequeño Hans.

En el texto que escribió Niño(junio 2009), realizó un homenaje a Freud, cien años después de haberse publicado el Caso Juanito que constituye, entre los historiales clínicos de Freud, una obra pionera para la historia del Psicoanálisis infantil. El nombre verdadero de Juanito, quien llegó a ser un director de Ópera de renombre internacional, era Herbert Graf.

Cuando Juanito tenía cuatro años y estaba de paseo por el parque con la criada contempló una escena aterradora: un caballo que tiraba de un pesado carro se desplomó en la calle. A partir de ese momento padece una grave fobia hacia los caballos, y más específicamente a que los caballos con algo negro en la boca lo muerdan.

El tratamiento fue llevado a cabo por el padre del niño, bajo la supervisión de Freud. El pánico es tan grande que  le impide salir de casa. En un primer momento, su padre interpreta que la fobia de Juanito se debe a los excesivos cariños de su madre y al miedo al gran “hace-pipí” del animal. Freud orienta el análisis del padre hacia la angustia que provocó en Juanito el nacimiento de su hermanita Hanna y al misterio recurrente en las fantasías y preguntas de Juanito sobre el origen de los bebés.  A partir de estas indicaciones el material necesario para interpretar la fobia de Juanito va saliendo a la luz.

Una vez terminado con éxito el tratamiento de Juanito, Freud escribe este último capítulo en tres partes, tratando de rescatar las pruebas que pudo obtener, en tres direcciones: Para confirmar sus hipótesis sobre la sexualidad infantil. Para comprender la patología de las fobias.  Para extraer aclaraciones sobre la vida anímica de los niños.

Hombre de los lobos

Serguéi Konstantínovitch Pankéyev o mejor conocido como el caso del hombre de los lobos, este nombre se derivó de un sueño con lobos blancos que fue extensamente analizado por Freud.

En la Historia del Hombre de los lobos (mayo 2011), se describe que el paciente tuvo el sueño a la edad de cuatro años, y de él dedujo Freud la causa de su neurosis. Según Freud, el sueño ha sido inspirado por una experiencia de la primera infancia, que fue la base para los temores de castración del paciente; a la edad de dieciocho meses, había caído enfermo de malaria y durmió en la alcoba de sus padres en vez de en la de su nodriza, como de costumbre. Una tarde, «él contempló un coito a tergo, tres veces repetido», en el que pudo ver «los genitales de su madre así como el órgano de su padre». En la interpretación que Freud hace del sueño en esta escena, los lobos blancos representan la ropa interior de los padres.

Según Freud, esta escena originaria produjo un deterioro en las relaciones del paciente con su padre. Él se identificó con su madre, la mujer cuyo estado «castrado» observó a tan temprana época de desarrollo. No obstante, el paciente reprimió sus inclinaciones homosexuales, y esta compleja condición se manifestó con el mal funcionamiento de la zona anal. «El órgano con el cual su identificación con las mujeres, su pasiva actitud homosexual hacia los hombres podía expresarse por sí mismo era la zona anal. Los desarreglos en el funcionamiento de esa zona habían adquirido una significación de impulsos femeninos de ternura, y los retuvieron también durante su posterior enfermedad». Se supuso también que esto era la causa de las largas y continuadas «dificultades intestinales» del paciente, que impedían las evacuaciones espontáneas durante períodos de meses, en ocasiones. Fueron relacionados por Freud con las dificultades y problemas que el paciente tenía con el dinero.

En ocasión de su posterior enfermedad, esas relaciones (con el dinero) fueron perturbadas hasta un grado particularmente severo y tal factor no fue el menor de los elementos en su falta de independencia y en su incapacidad para enfrentarse con la vida. Había llegado a ser muy rico gracias a legados de su padre y su tío; era obvio que concedía una gran importancia a ser considerado rico, y podía sentirse muy ofendido si era infravalorado en ese respecto. Pero no tenía ni idea de cuánto poseía, ni cuáles eran sus gastos, ni de cuánto dinero le quedaba.

Otro problema que vio Freud fue la perturbada relación del Hombre Lobo con las mujeres; el Hombre Lobo se sentía atraído por las criadas y se enamoraba obsesivamente cuando veía a una mujer en cierta posición (la adoptada por su madre en la escena capital antes descrita). En conjunto, Freud concluyó que el Hombre Lobo sufría de neurosis obsesiva, y fue tratado por ese desarreglo así como por otros rasgos depresivos descritos en el libro de Freud.

Después de cuatro años de análisis, y de un re-análisis llevado a cabo algún tiempo después a causa de un recrudecimiento de los síntomas, el Hombre Lobo fue dado de alta por Freud como curado. Pero poco tiempo después sintió la necesidad de un nuevo análisis y fue tratado por Ruth Mack Brunswick, durante cinco meses la primera vez, y luego, después de dos años, irregularmente durante varios más.

Según las investigaciones realizadas por Karin Obholzer, la historia fue muy distinta. No sólo Pankeyév nunca se curó, sino que siguió siendo tratado por otros psicoanalistas hasta su muerte y su estado durante ese transcurso empeoró considerablemente. Pankeyév cobraba un sueldo mensual a cargo de la Fundación Sigmund Freud con el propósito de mantenerlo oculto en Viena para que el fraude no se hiciera público.

 

 

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:

  1. Eric Laurent, “Principios rectores del acto analítico”, 2004.

 

Laplanche, Jean & Pontalis, Jean-Bertrand (1996). Diccionario de psicoanálisis. Traducción Fernando Gimeno Cervantes. Barcelona: Editorial Paidós. p. 316.

 

Lorenzano, C.,  (Febrero 2004), La teoría freudiana de la histeria: Una reconstrucción nominalista. Encuentro de la Concepción Estructuralista, sede de posgrado de la Universidad Nacional, Buenos Aires, Recuperado de: http://www.clorenzano.com.ar/nominalismo/freud.pdf

 

Ramírez-Salas, W., (Mayo 2008), El “Hombre de las ratas”: un caso de neurosis obsesiva, Acta académica, Recuperado de:  http://pc2vp.files.wordpress.com/2011/08/caso-el-hombre-de-las-ratas.pdf

 

Niño, M.V., (junio 2009), Análisis de la fobia de un niño de cinco años (caso “juanito”)… cien años después de publicado, Psicoanálisis XXI (1); 143-153,  Recuperado de:  http://ascane.org/lecturas/analisis_fobia_nino_5.pdf

 

La historia del Hombre de los Lobos, (mayo 2011), Recuperado de:

http://atencionatupsique.wordpress.com/2011/05/30/la-historia-del-hombre-de-los-lobos/

 

Video de enlace al quinto principio

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