Profesor: Mario Elkin Ramírez
Estudiante: Andrés G. Vásquez P.
Protocolo mayo 22 del año 2013
La clase da inicio con la lectura del protocolo correspondiente a la sesión anterior, seguido de la disertación referida al discurso de Pausanias; de los comentarios de la expositora derivan las siguientes anotaciones:
El discurso de Pausanias comienza diciendo aquello que al de Fedro le falto.
Existen dos Eros ya que hay dos Afroditas; uno es vulgar, físico y pasional, de quien ama tanto a hombre como a mujer; a este se denomina Pandemio; asimismo, existe aquel que proviene de la Afrodita urania, que es celestial y puro.
El Eros uranio es duradero y sagrado, no obstante, quien siga su senda no tiene del todo vedado el engañar al amado.
El Eros uranio favorece la madurez frente a la mocedad.
En Atenas era más complejo discernir entre ambos amores.
Los favores del amado serán buenos si es que provienen de la nobleza del amor celeste.
Si alguien miente o, hace cosas indebidas para alcanzar el amor, tales acciones, aunque viles, serán nobles dada la condición del enamorado.
No es bien visto que el amado ceda muy prontamente a los cortejos.
Terminada la disertación, se da paso a la lectura literal del discurso de Pausanias completo. De dicha lectura datan las anotaciones a continuación consignadas:
Existe una Afrodita que proviene de Urano (el cielo), padre del titán Cronos y abuelo de los primeros dioses olímpicos; de los testículos amputados de éste nace la afrodita urania, concebida de la espuma seminal y, por ende, de origen netamente masculino; en forma oposita se halla en el mito una segunda afrodita, engendrada por Zeus y Dione, y que será de origen heterógeno.
El amor uranio, el “amor bueno”, se inclina decididamente por cualidades masculinas tales como el guerrerismo, la fuerza y el intelecto.
En Pausanias será vergonzoso el amar a una mujer.
Es bueno conceder favores al amado, empero, estará mal gastar energías excesivas en amoríos.
Entre los barbaros, el amor bueno se condena, ya que este origina lazos fuertemente afianzados, y tales amenazan la autoridad del tirano dictador.
El juramento de amor a varón, podrá ser infringido sin sanción moral de los coetáneos.
El amor es hermoso mientras de él provengan acciones buenas y, dirigidas a hombres nobles; “es malo amar a hombres malos”.
El amante deberá mantenerse activo y buscar al amado, que, en postura pasiva, deberá crear para el amante cierta dificultad en la conquista; es inadecuado abandonarse demasiado pronto a los cortejos.
El amor por conveniencia será acto en desmaneara aborrecible, tal perspectiva es la del rico codicioso, que pretende amar sin ser materialmente sonsacado.
El amar noblemente hace bueno al hombre ruin.
El banquete se configura como un concurso de retórica; si el discurso de Fedro da primacía a lo que pueda abstraer de erudiciones, es decir: que es un discurso moral exegéticamente fundado, -al respecto afirma lacan- que el de Pausanias sería el amor de un discurso económico y político, en este caso, desde la perspectiva del hombre adinerado y avaricioso.
Nociones como “amor por conveniencia”; “gasto de energía”; “amor al poder”; muestran claramente las inclinaciones economistas del discurso.
Economía tiene por etimología la raíz griega “oikos” que significa “hogar”; igualmente, “nomos”, que denota “reglamento”, es pues, la “administración del hogar”, por ello las primeras formas de economía que se desarrollaran en las tribus primitivas poseen un origen femenino.
Puede establecerse un paralelo entre tal economía y la economía libidinal.
El amor uranio estaría ligado al deseo; el pandemio o, vulgar, lo estaría al goce.
La mirada de Pausanias es fundamentalmente moralista y dicotómica, pretende una oposición entre lo debido y lo indebido en términos amorosos, que se ampara en la construcción helénica de “Areté” o “virtud”.
Lo “malo” en el amor heterógeno, y lo “bueno” en el que privilegia al varón, da cuenta de las predilecciones de objeto sexual a que personalmente apunta Pausanias.
Ocurre el caso de la diferenciación dada en la elección de objeto en el hombre, en la cual existirá un amor a la ramera (erógeno y vulgar), y uno a la esposa (cabal y adecuado); tal disposición obedece a cierta imposibilidad para desear el objeto limpiamente amado y viceversa.
*Se recomienda admirar el “Nacimiento de Venus” de Sandro Botticelli, que representa a la afrodita urania en su versión latina. De igual forma se alude al “Saturno devorando a sus hijos” del artista plástico español Francisco Goya, que ilustra el reino terrible de los titanes, época de oscuridad e indiferenciación primigenia.
Al reemplazar a Zeus para que no sea devorado, rea hace gala de su gran astucia, aparentemente relacionada con la postura femenina.
El amor de Empédocles, amor de Fedro, que existió con Erebo desde el albor de los tiempos, es un amor no-humano, un amor indiferenciado y arquetípico, cuya función es separar el orden del caos; no así en el amor de los Eros nacidos de las Afroditas, que representan amores que han sido adheridos a lo humano, amores de dios olímpico desligados del panteísmo titánico original.
**Se recomienda la lectura de “Edipo en el folklor ruso” del periodista soviético Vladimir Propp.
Levi-Strauss elabora el “Mitema”; con el fin de extraer la información esencial del mito que se pierde en los equívocos de la transmisión oral presente en la tradición folclórica.
El griego teme a sus dioses por el alto grado de humanidad que puso en ellos; son dioses pasionales, caprichosos, impredecibles, irregulares, características que serán culturalmente indilgadas a la figura de la mujer.
El amor en Pausanias es bastante materialista, es el amor del ahorro, del balance entre la pérdida y la ganancia.
Afirma Karl Marx que el capitalismo nace cuando un pequeño grupo al seno de una sociedad se apodera de la plusvalía del capital.
Se da un fetichismo del material, pues se ve el producto, más no las materias primas y la cadena de producción tras éste.
Cuando el capitalista elabora su balance, descubre que restando fondos al obrero que está bajo él en la línea de producción puede obtener ganancia, entonces el capitalista ríe;
Lacan se pregunta por qué ríe el capitalista, y la respuesta es que en la reducción del capital obrero encuentra un plus de valores, una ganancia activa. Tal ganancia se origina en la desigualdad, es decir, en la pérdida de un otro.
En lacan se habla de un plus libidinal que obra en la economía del deseo.
La economía de Pausanias es la del rico avaro, hace énfasis en aquello a ganar y pretende evitar los pasivos; es economía acumulativa, de la privación, en pro de un futuro que siempre será incierto.
El amor uranio, el masculino, solo ampara al varón, y, por ende, jamás es incondicional.
Existe una reminiscencia considerable de perversión en la construcción de “amor materno” como un bien incondicional.
Para el psicoanálisis, el amor nunca es incondicional.
El discurso de Pausanias tiende a la misoginia, pues exalta los valores masculinos y menoscaba el papel de lo femenino.
Pausanias afirma que debe amarse a donceles que alcancen el barbiponiente, pues en estos se hallan la belleza y el intelecto en perfecta madurez, lo cual denota libertad de elección frente al cortejo, cosa que no ocurre en la pederastia, donde los mancebos no pueden más que acceder al no poseer aun del libre albedrío suficiente.
La madurez del amado es crucial si se desea cultivar un amor duradero, un amor de por vida; de allí que no deba invertirse carga afectiva en sujetos “no merecedores”.
Por cuestiones políticas y económicas, no debe haber engaño material en la unión amorosa, debe ser un amor reglamentado y, además, con reglas “bien claras”, como un matrimonio que firma capitulaciones.
En el pasaje por el complejo de Edipo la mujer constata que se encuentra “en falta”, y es su relación con la no tenencia del falo lo que le configura como sujeto.
El horror a perder el falo en el hombre, es horror a perder el amor en la mujer; el amor es el falo femenino.
Se da una oposición dialéctica fundamental entre el amor de Fedro y el de Pausanias, mientras para el primero la más grande nobleza del enamorado reside en el sacrificio y la entrega, en Pausanias lo adecuado serán la mesura y la durabilidad.
Los caprichos fantasma del hombre, en cuya naturaleza se hallan ciertos rasgos innegablemente perversos, suelen ser aceptados por la mujer para no “perder el amor”; después ésta se siente “engañada”, a pesar de que fue ella quien eligió libremente tal sacrificio: el ser avasallada por la perversión de un otro.
Para Pausanias la Afrodita vulgar lo es principalmente porque tiene su origen en un acto de cópula heterosexual; asimila el engaño y la barbarie a lo “heterogéneo”, lo diferente; para un ciudadano griego existía una profunda brecha que le segregaba de sus contemporáneos; un bárbaro, era todo aquel que no fuera griego.
El termino bárbaro, se usaba principalmente para designar a los pueblos musulmanes e indostánicos, y procede de un sátira a la fonética arábica, que haría sonar en tales lenguas la cacofonía constante “bar-bar-bar”.
Incluso quien siendo ciudadano no hable bien la lengua del estado, será considerado un bruto, un salvaje, un paria alienado.
Amar a una mujer implica demasiado gasto afectivo (económico también, acota una de las compañeras presentes).
Amar a un varón será por el contrario, la “opción más económica”, pragmática y sensata.
Solo quien posea los medios adquisitivos necesarios podrá amar, y deberá siempre cuidarse de los utilitaristas.
***Se recomienda la lectura del concepto de gasto en el sentido amoroso en los ensayos del intelectual francés Georges Bataille.