Profesor: Mario Elkin Ramírez
Presentación del capítulo X “Presencia del analista” del Seminario 11, de Jacques Lacan  «Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis»
Por: Cruz Elena Gómez Giraldo

La transferencia y la presencia del analista

Nos aproximamos a uno de los conceptos fundamentales en psicoanálisis, introducido por Freud, La Transferencia. Este concepto es abordado por Lacan en el seminario 11, los cuatro conceptos fundamentales en psicoanálisis. Recordemos que este seminario es de 1964, año de la excomunión de Lacan, de la ruptura con la IPA, que marca el comienzo de un nuevo movimiento en el psicoanálisis. Un acto de autorización de Lacan de seguir impartiendo el psicoanálisis. El seminario entonces parte de la pregunta de ¿Qué es el psicoanálisis? ¿Cuáles son sus fundamentos? ¿Qué lo funda como práxis? Es en este contexto que introduce La Transferencia como concepto fundamental.
Abramos algunos cuestionamientos: ¿Cuál es el problema de la transferencia? ¿Es un problema la transferencia? ¿Por qué Lacan inicia este texto con la transferencia como problema?
Dice Lacan: en la tradición común la transferencia es representada como un afecto, calificada vagamente de positiva o negativa, como una doble referencia semántica, esta suscita la pregunta por el llamado amor auténtico.
Veamos en el siguiente cuadro algunas referencias de estas dos formas de presentarse la transferencia:
Transferencia Positiva
Transferencia Negativa
–        Se trata de una especie de falso amor, de una sombra de amor
–        Pregunta por el amor auténtico
–        Al analista lo miran con buenos ojos
–        No se la identifica con el odio
–        Ambivalencia (cosas confusas cuyo manejo no siempre es adecuado)
–        Al analista le tienen ojeriza
Así también la Transferencia como se concibe en Freud y en Lacan:
Transferencia en Freud
Transferencia en Lacan
–        El concepto de transferencia es el propio concepto de repetición: “lo que no puede ser rememorado se repite en la conducta”.
–        Opacidad del trauma.
–        Resistencia de la significación, límite de la rememoración.
–        Momento de cierre del inconsciente, pulsación temporal que hace desaparecer en cierto punto de su enunciado.
–        Cierre del inconsciente: la transferencia es esencialmente resistente, se interrumpe la comunicación del inconsciente, y donde este se vuelve a cerrar.
–        El analista debe esperar la transferencia para empezar a dar la interpretación.
–        La transferencia es un momento muy significativo: transmisión de poderes del sujeto al Otro, el gran Otro, el lugar de la palabra, el lugar de la verdad. Es el punto de aparición de la transferencia.
–        El Otro está presente desde antes  en la revelación subjetiva. El gran Otro ya está presente cada vez que el inconsciente se abre, por más fugaz que sea esta apertura.
–        Hay una buena y mala manera de concebir la transferencia.
–        En su esencia es la relación con el gran Otro.
–        Paradoja, contradicción de su función que hace que se la vea como un punto de impacto  de alcance interpretativo, con respecto al inconsciente que es momento de cierre, exige que se trate como un nudo. Un nudo gordiano.
No obstante, nos centraremos en Lacan, en la implicación de “La presencia del analista” teniendo como directriz la transferencia, “este concepto rige la manera de tratar a los pacientes y la manera de tratarlos rige al concepto”[1].
Por ello la transferencia es un concepto fundamental en la praxis, es una puesta en acto, un modo de repetición, que el analista no entra a corregir con un poder sobre el paciente, pues no es un adoctrinamiento del paciente, renuncia por tanto a dirigirle la vida al paciente. De esta manera Lacan nos transmite que “la transferencia estructura  todas las relaciones particulares con ese otro que es el analista, el valor de todos los pensamientos que gravitan en torno a esa relación, debe ser connotado con un signo de reserva muy  particular”[2]. En consecuencia, el analista debe ocupar un lugar, garante de la transferencia, para protegerla como motor del trabajo analítico, no respondiendo a las demandas del paciente, hay que alojar la transferencia, pero cuidarse de no responder a ella, es preciso hacer lectura del lugar del Otro que el paciente le está otorgando, para manejarla con neutralidad.
La pregunta que insiste en el texto es sobre el problema de la transferencia, Lacan propone zanjar la cuestión de la transferencia ligada a la práctica analítica, así la plantea como un producto de la situación analítica, y dice:
–        la situación no puede crear en su totalidad el fenómeno
–        para producirlo es preciso que fuera de ella (de la situación analítica), ya estén presentes posibilidades a las cuales ella proporcionará su composición.
Sin embargo, la práctica analítica nos enseña que en la cura “La presencia del analista” es fundamental, va más allá de cualquier intervención, interpretación o estrategia, la presencia del analista tiene que ver con los conceptos de Transferencia – Inconsciente – Repetición.

Presencia del analista y transferencia:

En el análisis al descubrir los efectos de la transferencia, la presencia del analista hacer aflorar la transferencia en el análisis, donde encuentra sus fundamentos estructurales, el analista presta su ser para que el analizante se analice, hace de pantalla, para que este se dirija al Otro, tiene que “hacerse” a un lado, para causar el deseo y desencadenar algo del decir en el paciente.
La presencia en la transferencia varía en la experiencia analítica:
–        El analista hace presencia con la escucha, con su supuesto saber.
–        Pasa al lugar de objeto, sostiene con su presencia el lugar de objeto que el paciente le otorga desde su fantasma.
–        Interviene con su ser, como cubierta imaginaria de un pedazo de real, el objeto a, una presencia real del analista.

Presencia del analista e inconsciente:

El concepto de inconsciente no se puede separar de “la presencia del analista”, ¿qué quiere decir entonces presencia del analista? Que el analista hace parte del inconsciente, del síntoma, se vuelve una dependencia, una enfermedad artificial, cubierta imaginaria de un real, que desencadena lo pulsional.
La propia presencia del analista debe hacer agujero, es una manifestación del  agujero, este tiene la propiedad de mantener la falta, el deseo. Recordemos que la definición que da Lacan del inconsciente es un “movimiento del sujeto que solo se abre para volver a cerrarse, en una pulsación temporal”[3], de ahí que sea necesario ver el inconsciente como los efectos de la palabra sobre el sujeto. Así, nos dice Lacan que la presencia del analista debe incluirse en el concepto mismo del inconsciente. Esta presencia justifica el mantenimiento dentro del análisis, de una posición conflictiva necesaria para el análisis mismo.
Es la ausencia – presencia, en esta medida se supone una cierta aptitud del analista para ausentarse y hacer devenir el enigma, presentarse y salir de la presencia, como una ausencia inherente a la presencia, como abertura del ser, en tanto abierto a las pulsaciones del inconsciente.

Presencia del analista y repetición:

Así, la presencia del analista es irreductible, por ser testigo de la pérdida del campo de la palabra, esta pérdida es el a, que se “busca” o que se “encuentra” en la repetición. De ahí que el psicoanálisis descanse en un conflicto fundamental, un drama inicial: “la pérdida”, concebirla así es la única posibilidad de ganar. Aquí se introduce el concepto de Repetición, “como resorte del encuentro siempre evitado, de la oportunidad perdida. La función del malogro está en el centro de la repetición analítica”[4]. El concepto de Repetición hace tropezar con el problema de asumir la implicación como analistas. Esto nos lleva a la función de  la transferencia.
El analizante, al “extraviarse” en las asociaciones, se da cuenta de una insistencia, que lo hace retornar siempre sobre los mismos carriles, por los caminos del goce. Pone en acto ante el analista sus repeticiones, y hace en la transferencia la repetición,  bajo la forma de real no comprensible, de un sin sentido, es la repetición de una pérdida.
El analista debe estar advertido de la repetición para encontrar la salida, es la clave para dirigir la cura.


[1] J. Lacan, seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, pág. 130
[2] Ibid. pág. 130.
[3] Ibid. Pág. 132.
[4] Ibid. Pág. 134.
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