Profesor: Mario Elkin Ramírez
Estudiante: Johnny A. Córdoba F.

Se abre la discusión con una interrogación asombrada, la de que sea una mujer, en el Banquete, la que  la enseña algo sobre el amor.

A continuación Clara se pregunta por el cambio de lugares en la experiencia amorosa. El amado, erómenos, se trasmuda en el amante, erástes. Esta inversión se desarrolla más adelante en la exposición del profesor. Este a continuación precisa que el amor que Alcibiades le dirige a Sócrates, este lo trata haciéndose a un lado, mostrándole a Agatón, siendo lo que en definitiva busca Alcibiades. Esta es una de las acciones centrales en el proceder de Sócrates.

Dicha precisión suscita en Omaira  la declaración de que los contenidos centrales de estos diálogos son, admirablemente, los referentes de Lacan en sus elaboraciones sobre el amor. Y exalta el texto platónico, por servir de vehículo para hacer avanzar su comprensión sobre el problema del amor.

En acuerdo con esta consideración el profesor sitúa que este texto de platón, desde la mirada de Freud y de Lacan lo leemos en clave de transferencia, pues de otro modo nos perderíamos inevitablemente en la selva de elementos valiosos de que está compuesto este.

Lo cierto es que este es un  diálogo alegre, dionisiaco. Asimilándolo a un parche de amigos. Que no obstante tendría más el carácter de simposio, pues en él, sus participantes deciden no tomar mucho para mantener la posibilidad de hacer discurso sobre el amor. Acción que se presenta como una práctica común entre los Griegos. Sin embargo Alcibiades acude borracho y dice que va a hablar del amor, y lo hace en un tono jovial y gracioso.

El decurso de la exposición vuelve a Lacan y se anota como referencia investigativa que se solía apoyar en expertos contemporáneos suyos. Como Koyré. Hombre docto en filosofía, y en ésta, en Platón. Quien en una larga plática pedida por Lacan evade responderle su solicitud hasta el umbral de la conversación, diciéndole para cerrar el encuentro: si no comprendes el hipo de Aritófanes no vas a entender nada del banquete. Lo cual da lugar a que se puntúe la analogía  de este decir con la interpretación analítica, que deja muchas veces al analizante, al final de la sesión,  con el enigma: ¿ qué me quiso decir éste justo en es este momento?

Pero Lacan, se afirma, también se apoya en León Roy, en su investigación del banquete, y cuenta a partir de esta lectura, que se encuentra que Aritófanes, quien sufre el hipo, es el personaje más cómico de la corte del banquete. Comicidad que es destacada como siendo central en las formulaciones freudianas, especialmente en la modalidad del humor, como una operación movilizada esencialmente por el inconsciente.

Esta pieza de la filosofía antigua, recalca el profesor, es excepcional porque en ella Platón está hablando, no de los dioses sino de lo humano, del amor que es toda una tragedia. Remarcándose el hecho, sorprendente, de que Platón es único en la construcción de un mito, narrado de un modo cómico, para hablar del amor. En tal sentido construye algo bello. Lacan dice que este mito está hecho para encubrir algo: que no hay almas gemelas, media naranja ni completud posible. La disimetría sexual es definitiva. Y por ello esto es crucial para entender la transferencia

Gira unos grados la exposición y se enuncia que en la concepción popular del amor existe la completud, se habla de la media naranja, del reencuentro posible del objeto perdido, siendo el símbolo el que genera la ilusión que da lugar al amor.

De nuevo en el mito, Alcibiades se describe como el que está en falta, es decir el amante, el erástes, pues avanza en posición humillada, ya que le falta el otro: por eso está en menos. Falta que es expresada así: Tú me cavas una falta y yo espero que me la colmes, pues supongo que tienes eso que me falta..

 En la derivación lógica de la exposición, para indicar que es lo que falta, se enuncia el agálmata, que quiere decir figura. Y se anota que los griegos se regalaban un Sátiro. Figura de la que se dice que se aproxima, en la imagen, a Sócrates, cuya belleza está por dentro. Lo que Lacan dice es que lo que está dentro es el agalma.

Se vuelve en la exposición a la inversión del erástes y el erómenos, que se postula así: lo que espera el amante es que el amado responda y le diga: tú también me haces falta…también te amo. Lo cual se puede nombrar, contundentemente, como reciprocidad. Por ello el modelo de amor narcisista es que el otro me ame como yo lo amo. Partiendo de la ilusión de que el otro no está en falta, pero el erastés si lo está.

Así pues este texto nos permite entender que Sócrates se comporta como un psicoanalista, como el primero en este lugar, pues sabe que  no es nadad de lo que el otro supone. Asunto crucial, se enfatiza, en la transferencia. Esto en la línea del S.S.S.

Ahora bien, el circunloquio de Alcibiades está dirigido realmente a Agatón, a través de Sócrates, y este lo desenmascara: no es a mí a quien amas. Todo lo que me ensalzas a mí  aparentemente, es en el fondo para seducir a Agatón. La representación Platónica del objeto a

Esto sienta la condición del analizante freudiano o Lacaniano, quien no se cree nada de lo que le dice el analizante.

Se entra en el final de la sesión académica retornando  a la expresión inicial del expositor de Alcibiades, la de fuera de sí, que este usara, con acierto, para explicar el amor y el amor de transferencia, como siendo estos una condición de fuera de sí, como arrebatado, pues para vivir el amor es indispensable estar fuera de sí. Al igual, se afirma, que para la asociación libre.

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