Clase del 14 de febrero de 2013

Profesor Mario Elkin Ramírez

Por: Liliana Zorelly Giraldo
En esta sesión se aborda la conferencia 27 de Introducción al psicoanálisis, llamada “La transferencia”.  Estas conferencias hacen parte de las pronunciadas por Freud entre 1916 y 1917, las que ofrecían una introducción al psicoanálisis y parte de su contenido.  A continuación se señalarán algunos elementos mencionados durante la presentación del texto y su discusión.
La transferencia puede concebirse como un espacio que posibilita la intervención terapéutica.  Ella se usa para poner en el mismo terreno psicológico las mociones del alma que están en conflicto en el sujeto, para lo que se requiere traducir lo inconsciente a lo consciente. Para lograr esta traducción es necesario:  cancelar las represiones, eliminar las condiciones para la formación de síntoma y mudar el conflicto patógeno en un conflicto normal que ha de solucionarse.
Para la cancelación de la represión es necesario descubrir las resistencias y superarlas y ellas se ponen en juego en la transferencia, la que hace parte de la enfermedad. La transferencia se manifiesta a través del enamoramiento y la hostilidad que siente el paciente por el analista, afectos que cambian de formas y aspectos.
Si el trabajo del analista consiste en posibilitar que lo inconsciente sea consciente, quiere decir que consiste en posibilitar que la repetición devenga recuerdo.  Al ser la transferencia una manera en que la repetición se pone en acto, se espera que una vez resueltos los síntomas que promueven la repetición, la transferencia se desvanezca.
Freud reconoce la influencia de la abstinencia sobre la neurosis, sin embargo, no cree que para resolver los síntomas baste con gozar de la vida sexualmente librándose de las privaciones impuestas por la sociedad, puesto que tanto la abstinencia como la transgresión de esas barreras pueden generar síntomas. No es tarea del analista promover que el paciente goce o se prive de su vida sexual, tampoco tomar decisiones por él,  su tarea está en poner todo su empeño para que lo inconsciente devenga consciente, es esta su ambición y su límite.
El autor diferencia las neurosis narcisistas de las neurosis de transferencia, planteando que en las primeras la libido se concentra en el yo, dificultando un vínculo con los objetos, pues no se invisten de libido; entre los objetos se cuenta el analista, razón por la cual no se ve posible el trabajo con sujetos afectados por esta neurosis.
Se plantean algunas inquietudes:
1.      Si en las neurosis narcisistas no es posible la transferencia, entonces ¿qué tipo de vínculo es el que se establece con estos sujetos? ¿Acaso es el delirio el que posibilita el vínculo?
2.      ¿Por qué en la transferencia, el sujeto repite vivencias dolorosas?
Continuando con la discusión del texto, se considera que lo inconsciente que está en juego en el conflicto psíquico tiene que ver con la realidad sexual, que logra la categoría de representación, y sobre lo que Freud elabora en la carta 52.  La realidad sexual del inconsciente aparece en la transferencia bajo la forma de demanda, una repetición significante que da vueltas alrededor de un vacío, vacío que es el deseo.
Un sentido de la repetición es el que tiene que ver con el significante (repetición significante).  Hay otro.  En el capítulo 7 de la interpretación de los sueños Freud se refiere al ombligo del sueño, punto en que el tejido de las interpretaciones se hace cada vez más denso.  Cuando el trabajo del análisis llega al ombligo del sueño, se encuentra con una dificultad para nombrar y con un límite del recuerdo.
Si tenemos en cuenta que lo que no se recuerda se repite y que la repetición posibilita la transferencia, tenemos que, la ausencia del recuerdo también dispone a la transferencia.  Así, además de la palabra en el análisis, está la dimensión del acto, allí donde no se recuerda.   Se tiene entonces  al acto como otra versión de la repetición.  A través de éste, el sujeto busca repetir una experiencia de satisfacción, de tal modo la transferencia puede considerarse como una experiencia de satisfacción sustitutiva, similar a otros vínculos que establece el sujeto, entre ellos la amistad.
Se ha mencionado el carácter de repetición de la demanda, la que siempre será de satisfacción.  Si bien, el analista ha de reconocer la dimensión de satisfacción del lazo transferencial, ello no implica que responda a la demanda del sujeto.  La manera en que Freud respondió a la demanda de sus analizantes no fue en términos sexuales, sino promoviendo una inquietud por el inconsciente y un deseo de saber acerca de él.  Al plantearse que hay sugestionabilidad en un análisis, se quiere decir que hay una creencia, el trabajo del analista consistirá entonces en servirse de esa creencia, llamada por Lacan sujeto supuesto saber, para que el analizante crea en su inconsciente.
Si la transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente, y esta realidad es sexual, entonces hay algo del orden de la abstinencia que debe regir el acto analítico, puesto que el analista no responde a la demanda sexual del analizante, satisfaciéndola. Y también ha de haber  abstinencia de poder, no pretender dirigir la vida del analizante abusando del poder que este le otorga.
Si en el analista no ha de estar la pretensión afanosa de satisfacción, no quiere decir que no esté la búsqueda de satisfacción, sólo que ella se da vía el deseo.
Se plantea una pregunta acerca del deseo en las mujeres y se evoca la posición frente al deseo, que suele asumirse en la histeria.  También se evoca el agujero, propio de la estructura neurótica,  espacio para el deseo y que aparece patente en la ausencia de sentido con la que se topa al acceder al ombligo del sueño.
Finalmente se señalan algunas preguntas planteadas durante la discusión y que no fueron abordadas:
1. Se pide profundizar en el tema de la sugestión y su lugar en el trabajo analítico.
 2. La relación entre el ideal del yo y la transferencia.
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