CURSO: ADOLESCENCIA Y CRIMEN

PROFESOR: MARIO ELKIN RAMIREZ

ESTUDIANTE: JOSÉ MONSALVE LÓPEZ 

FECHA DE LA CLASE: 16 DE MARZO DEL 2016

 

La clase comienza con la exposición de un texto sobre los factores que influyen en el desarrollo sexual en “las metamorfosis de la pubertad”, y el trascurso de la clase se encamina en este tema y en texto llamado “más allá del principio del placer” de Sigmund Freud.

Se comienza diciendo que algunos alumnos de Freud deformaron la teoría del desarrollo sexual, para construir una teoría donde el desarrollo sexual se presenta de una forma lineal, contraria a la que proponía Freud donde la fijación se daba de un modo entre contingencia y regresión, además de no lineal.

La elección del objeto se presenta en dos tiempo nos dice Freud, La primera se inicia entre los dos y los cinco años, y el período de latencia la detiene o la hace retroceder; la segunda sobreviene con la pubertad y determina la conformación definitiva de la vida sexual. En el primer periodo la manifestación de precocidad entra con el acortamiento del periodo de latencia, lo que puede desencadenar perversiones o pulsiones de síntoma neurótico debido a que no hay suficiente desarrollo de la fijación sexual. Una característica diferenciadora entre sexualidad infantil y adolescencia  se presenta con la masturbación, pues en la infancia se  frota el órgano para la producción de placer y en la adolescencia la masturbación se da dirigida a un otro fantaseado, dado que en la adolescencia emerge la sexualidad generando un agujero.

La relación con el cuerpo no solo en su aspecto sexuado, se presenta en un estado de perturbación, por los tipos ideales para la construcción del cuerpo, donde interviene la cultura con representaciones como la moda o la experiencia estética con el otro. En este punto hablamos de la pornografía donde en la mayoría de casos es un cuerpo sólo frente a una pantalla que contiene la imagen fetiche, la pornografía constituye una perspectiva, que tiene como meta la excitación. Para ilustrar la insinuación del fetiche en la pornografía como perspectiva del sujeto, remontémonos al caso del código Hays de 1930 en Estados Unidos, en el que se prohibía la representación de la esclavitud blanca, las relaciones interraciales, homosexuales, el incesto y los ombligos. Esta última prohibición se da en perspectiva sexual de quien construye este código, el senador William Hays, quien se excitaba con los ombligos, en 1952 la esposa de senador Hays, declara para un juez que “su marido siempre había confundido ombligo y sexo femenino” priorizo este ejemplo para decir que “a pornografía constituye un punto de vista, no una cosa” (Steven Marcus). Además de constituir un acto repetitivo o cíclico donde hay un retorno del placer.

Antes de introducirnos a el desarrollo de la pulsión de muerte descrita por Freud hablamos del el suicidio, esbozando que el sujeto hace un balance de lo que ha sido su vida, En el suicidio no hay un llamado al otro a diferencia de la tentativa de suicidio donde se busca llamar la atención del otro. Culturalmente nuestra relación con la muerte está ligada a la eternidad, en la cotidianidad la mayoría de sujetos transcurren como espectadores de lo velico o transgresor, en una posición de inmortales, en contracción con la pulsión de preservación, así pues la pulsión de muerte latente en el estado compulsivo del placer, trae consigo una auto-destrucción o muerte lenta. Así que los instintos de preservación en relación con otros instintos llevan a contradicciones. “El principio del placer parece hallarse al servicio de los instintos de muerte, aunque también vigile a las excitaciones exteriores, que son consideradas como un peligro por las dos espacies de instintos, pero a las elevaciones de excitación procedentes del interior que tienden a dificultar la labor vital”.(Freud)

La búsqueda del placer se presenta con tal fuerza que los sujetos no cesan a esta petición interior aunque sea consientes de la autodestrucción provocada, de la cual sobrevine luego la culpa, como es el caso del algoritmo ludópata, donde se nos presenta un sujeto que apuesta y apuesta sin saber cuándo parar, a tal punto de perderlo todo. Esta compulsión de no poder dejar de hacer algo, tiene más fuerza que el yo. Así que la condición del analista, en hacer que el yo decida sobre las órdenes imperativas de ello o súperyo.

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