CURSO: INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS

PROFESOR: MARIO ELKIN RAMÍREZ

ESTUDIANTE: Estefanía Ramírez Domínguez

FECHA DE LA CLASE: 10 de Mayo de 2016

Se da comienzo a la clase con la lectura del protocolo a cargo de la compañera Daniela López Montoya y se continúa con la conferencia veinte seis llamada «Teoría de la libido y narcisismo», el profesor Mario Elkin Ramírez comienza exponiendo que en esta conferencia se explica ampliamente, ese concepto que se ha usado de una manera operatoria pero a la cual  no se le había dado una definición de fondo, que es la libido y que está articulada/relacionada con el narcisismo, Freud comienza hacer un inventario primero de lo que ha hablado acerca de este par de conceptos para luego hacer diversas precisiones tanto en la psicopatología de la psicosis, paranoia, demencia precoz , melancolía, como en estados, como el duelo, la ambivalencia, la elección de objeto amoroso, es decir, es un abanico bastante amplio donde actúa la libido y cuáles son sus mecanismos y lo relaciona con ese nuevo concepto para la época que es el narcisismo, pero el horizonte que tiene en ese momento Freud desde su punto de vista de las teorías de las pulsiones, es que el alma humana está en ese momento dominada por dos pulsiones, las pulsiones sexuales las cuales llamará eros donde no solo se refiere al  genitalidad  sino al amor en general y por otro lado están las pulsiones del yo, pulsiones de auto conservación, las cuales también tendrán otro nombre griego que es la Diosa Ananké, que es la necesidad y el interés.

Ambas pulsiones funcionan en un comienzo bajo el dominio del principio del placer, y se oponen al principio de realidad, también nos dice que hay una articulación entre las pulsiones sexuales y las angustia mientras no las hay en las pulsiones de auto conservación con dicha angustia.

Freud avanza en una definición de la libido como algo estrictamente ligado a la pulsión sexual, más que a las pulsiones de auto conservación, es decir que la libido es una cualidad de las pulsiones sexuales, y en cambio de las pulsiones del yo y de auto conservación se puede hablar del interés, ahí se tiene la oposición.

Freud tiene una impresión de que hay otro tipo de neurosis a las que él llama narcisista, que conocemos como la psicosis, pero que él llama demencia precoz, paranoia  o incluso esquizofrenia, y estos no transfieren sobre el analista sentimientos, por eso Freud  decía que el psicoanálisis no podía ser eficaz en el tratamiento de la psicosis, porque no tenían que transferir. La demencia precoz es incluida dentro de la Psicosis.

Hay una diferencia entre el amor a sí mismo (narcisismo) y el amor de objeto como libido objetal,  además Freud nos dice que el narcisismo es el complemento libidinal del egoísmo, también nos explica que existe la elección de objeto narcisista, es decir,  es elegir al objeto conforme al “yo” como modelo, hay cuatro tipo de vertientes, primero elegir al otro porque se me parece, segundo amar al otro conforme a lo que yo quise ser y no fui, tercero elegir el objeto conforme al “yo” que fui y que ya no soy y  cuarto amar algo que fue parte de sí mismo, por ejemplo el amor de los padre hacia los hijos.

La diferenciación entre el narcicismo, el amor a sí mismo y el amor al otro tienen varios planos, un plano psicopatológico, un plano de elección de objeto en el amor y tiene además una consecuencia muy importante respecto a los procesos que diferencian el duelo y la melancolía. La pérdida del objeto por separación o muerte, produce en un sujeto que la libido y el interés que se tenían en él se replieguen sobre el yo, y hay una parte del yo que se ha identificado al objeto perdido, en cierto modo un duelo se hace no con el otro, sino que se resuelve conmigo mismo y la parte de mí que se parece al otro. En el duelo el sujeto comienza hacerse auto reproches y descubre algún día que la sobrestimación que está haciendo acosta de su propia culpa y su conciencia moral, es el reproche al objeto que se fue. En el duelo se vuelven a reinvestir los intereses y la libido sobre el nuevo objeto pero en  la melancolía nunca eso logra superarse y el sujeto se queda toda la vida en relación con el muerto que nadie podrá remplazarlo ni ocupar su lugar, ni en el interés ni en lo erótico, ni en la pulsión sexual ni de auto conservación.

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