CURSO: ADOLESCENCIA Y CRIMEN
PROFESOR: MARIO ELKIN RAMIREZ
ESTUDIANTES: Daniela Uribe Mesa, Ana Isabel Murillo, Daicy Julieth Trujillo Urrea.
FECHA DE LA CLASE: 18 DE MAYO DE 2016
La clase se realizó en torno a la exposición del texto “Tendencias criminales en niños normales” escrito por Melanie Klein en 1927. En la primera exposición se hizo una breve reseña de la autora quien nació en Viena en 1882, y murió en Londres en 1960, es pionera del análisis infantil y del estudio de la psicosis, estudios que le valieron como entrada a la prestigiosa Sociedad Psicoanalítica de Berlín. Participó en el congreso psicoanalítico internacional y más adelante en la sociedad psicoanalítica británica. Su interés en el psicoanálisis partió de los estudios de Freud sobre los avances en terapias psicológicas, lo que le permitió contribuir en los estudios con niños desde el psicoanálisis.
Centrándonos ahora en el texto de 1927, Klein afirma que todos los adultos tienen estadios psíquicos que fueron formados en la primera etapa de la vida infantil y que, a partir de estos es que se desarrollara el individuo como sujeto. Estas formaciones de la primera infancia, son reprimidas y llevadas al inconsciente. Estas represiones se dan debido al establecimiento del superyo, el cual es el que establece los diques morales y éticos, los cuales en una primera instancia son aprendidos de los padres, y más adelante determinara sus actitudes y motivaciones.
Melanie Klein hacía énfasis en las bases que ella retomaba del psicoanálisis planteadas por Freud en donde se proponía que en un adulto se encuentran todos los estadios del desarrollo infantil temprano, estos se encuentran en el inconsciente que contiene todas las fantasías y tendencias reprimidas, la represión principalmente está dirigida por el juicio y la crítica , es decir, el súper yo, las represiones más profundas son las antisociales . El individuo repite aspectos psíquicos de la humanidad, por ello se reprimen estadíos primitivos como el canibalismo y las tendencias asesinas, esta parte primitiva contradice la parte culturada de la personalidad.
El análisis infantil temprano ubica niños entre los 3 y 6 años donde se evidencia una lucha entre la parte culturada y la parte primitiva, en el primer año se dan fijaciones sádico- anales, consistiendo en placer extraído de la zona erógena anal y de la función excretoria; la crueldad, dominación o posesión junto con el placer anal están estrechamente conectados. En el segundo año se va formando el súper yo y da paso a que se produzca el complejo de Edipo formando este un papel importante en el desarrollo de la personalidad tanto de los “normales” como de los “neuróticos” y en la formación del carácter que dependerá del desarrollo edipico, el niño ya ha pasado estadios importantes, ha atravesado sus fijaciones orales (fijación oral de succión y fijación oral de morder, la última se conecta con las tendencias canibalísticas.
La relación con los padres determina todas las relacione siguientes de la vida, otra relación importante es la relación con los hermanos, la cual genera grandes celos contra ellos también se dirigen deseos sádicos, estos sentimientos de odio y celos general en el niño sentimientos de culpa. Los objetos que el niño odia, son al mismo tiempo objetos de amor, surge un conflicto intolerable para el niño y su débil yo, es la huida a través de la represión el único escape, la situación nunca se aclara, permanece en el inconsciente. Los sufrimientos de la vida son repeticiones de estos sufrimientos tempranos.
Por medio del juego el niño puede representar su material inconsciente mas reprimido, se pueden manifestar variadas fantasías pero la manifestación de tendencias primitivas es invariable seguida de angustia, el niño luego trata de hacer el bien y arreglar lo que ha hecho.
La autora comienza aclarando que los juegos descritos anteriormente difieren de los que generalmente se observan jugar a un niño y que algunos han aparecido en el curso del análisis y no al principio, mostrando una forma en la que puede establecerse la transferencia y ponerse en marcha el análisis y esto es dependiente de la actitud que el psicoanalista muestre frente a los juegos del niño, este debe estar libre de críticas éticas y morales.
Las teorías sexuales son la base de una variedad de fijaciones muy sádicas y primitivas, según Freud hay conocimiento de que los niños las obtienen filogenéticamente por ejemplo, nacimiento de los niños y coito paterno. De acuerdo a la etapa sádica oral y anal y la manera de cómo ve el niño el coito puede significar para él, comer, golpear, cocinar, morder o cortar. Estas fantasías o formas de ver la sexualidad son importantes en el futuro, pues, puede que ya hayan desaparecido pero su efecto inconsciente traerá consecuencias en las perturbaciones sexuales, por ejemplo, impotencia.
Durante el desarrollo del texto se presenta una analogía entre crímenes horribles y fantasías encontradas en algunos niños pequeños donde se narran dos casos en los cuales hombres mutilaban a sus amantes y se los comían. La autora se centra en un caso específico, el de Peter, este era un niño inhibido, receloso, difícil de educar que no jugaba debido a que las fantasías son el motor del juego, por lo que no se sentía cómodo si lo veían jugar. Se apartó de la madre por sus deseos sádicos hacia ella y del padre por miedo, con su hermano tenía una buena relación; en algunos juegos que logro recrear asesinaba a sus padres en reiteradas ocasiones. En Peter la intensidad de la fijación sádica oral y sádica anal era tan grande que todo su desarrollo fue determinado por estas debido a que cuando tenía dos años vio a sus padres teniendo sexo.
Los padres son la fuente del desarrollo del superyó en la medida en que sus órdenes y prohibiciones son absorbidas por el niño, es importante que todo esto se sublime a través o mediante el juego ya que sino causa represión y por ende repetición; el niño que quiere ser siempre castigado repite las malas conductas para serlo.
Tanto en los niños normales como anormales la represión es usada para manejar conflictos que se presenten con estos, primero son menos intensos pero debido a esto los niños utilizan mecanismos como la huida de la realidad para adaptar su sufrimiento a sus fantasías produciendo que el niño no muestre sufrimiento alguno, extrayendo de la realidad solo lo necesario . Este mecanismo se encuentra en todo tipo de desarrollo, cuando actúa en factores del desarrollo de la neurosis obsesiva crea una base para la psicosis (estado mental de perdida de contacto con la realidad); este mecanismo tiene otra función, brinda capacidad para consolar la frustración de los deseos siendo el niño aparentemente feliz ocultado su angustia. No hay niño sin dificultades, estas causan sufrimiento o perturbaciones en la vida mayor.
Una de las instancias psíquicas formadas en la primera infancia, es la tendencia sádico anal, que consta del placer que se obtiene en la zona erógena anal por medio de la función excretoria. Este tipo de fijaciones se dan en el primer año de la infancia. Se dice también, que el ser humano tiende a repetir actos primitivos, tales como el canibalismo y tendencias asesinas. Pero esta parte primitiva, al igual que las fijaciones anales, se ven superadas en el segundo año de la infancia, ya que para este periodo el superyo ya debería estar establecido, pero se dará entonces lugar al desarrollo del complejo de Edipo, el cual juega un papel importante en el desarrollo de la personalidad, el cual puede variar entre “normal” o “neurótico”.
En el complejo de Edipo, se generará odio y hostilidad hacia el padre, puesto que el niño rivaliza con este por el amor de su madre. En esta etapa, predominara entonces la agresividad y los sentimientos de odio contra el padre, y el niño tendría fantasías dirigidas hacia la madre, y no solo eso, fantasías en las que sobresale la muerte del padre estarán presentes también. Se puede dar igualmente el complejo de Edipo invertido, en el que la fijación sexual se da hacia el padre del mismo sexo, iniciando así las tendencias homosexuales, que se fortificaran y desarrollaran con el paso del tiempo. La relación con los hermanos se ve también afectada por el complejo edipico, ya que el niño desea el amor de su madre para sí solo, de esta manera vera a sus hermanos como rivales, y a su vez presentara comportamientos agresivos contra estos.
El niño entonces encuentra sentimientos de odio pero la su vez de amor en su círculo familiar, lo que hace que se genere en este un conflicto interno intolerable para su débil yo, pero encuentra entonces por medio de la represión de tales fantasías y deseos, una salida del complejo de Edipo, es también con los juegos en donde el niño disminuye la inhibición de sentimientos de odio, es debido al juego que el niño que el niño puede representar su material inconsciente que esta reprimido.
Pero un sentimiento de culpa es lo que deja como huella esta etapa, el infante deseó la muerte de su padre y tuvo fantasías con su madre, esto le causa gran angustia, y puede generar que el niño en una edad más avanzada se aleje de ambos padres, esta sería entonces la base para el desarrollo de una personalidad antisocial, ya que la relación con los padres en los primeros años, es lo que determinara su manera de relacionarse con el exterior. Es también debido a la relación que tengan los niños con sus padres en estos primeros años, que se desarrolla en yo del sujeto, por lo que si por ejemplo, el padre es alguien agresivo con la madre, o tiene conductas agresivas en el la casa, el niño en su adolescencia, repetirá las misma conductas que su padre, siendo así un adolescente agresivo; o por otro lado, si los padres no le impone la ley, si no desarrolla el superyo en el niño, estarán creando el mal llamado su majestad él bebe, el cual cree que puede tener todo lo que quiera y cuando lo quiera.
El texto parte de las bases psicoanalíticas de Freud en las cuales se propone que en todos los adultos se encuentran los estadios del desarrollo infantil temprano, estos se encuentran en el inconsciente, que contiene todas las fantasías y tendencias reprimidos, la represión está regida principalmente por el juicio y la crítica; es ahí donde se empieza a formar el superyo. En cuanto a las represiones más profundas, representan las tendencias antisociales, se dice que el individuo tiende a repetir aspectos psíquicos de la humanidad y por esto se reprimen estadios primitivos como el canibalismo y las tendencias asesinas.
En el análisis infantil temprano se evidencia una lucha entre la parte aculturada y la parte primitiva que es la que siempre se intenta reprimir. En el primer año de vida se dan las tendencias sádico anales, el placer extraído de la zona erógena anal y el disfrute de la función excretoria, este placer está relacionado con la crueldad, la dominación o la posesión; en el segundo año de vida que es donde el superyo se está formando y ya se encuentra en acción, el niño ha atravesado sus fijaciones orales las cuales se dan en sus primeros meses de vida, estas pueden ser las de succionar o de morder y están conectadas con las tendencias primitivas canibalísticas.
En el proceso de formación del superyo se da paso también al complejo de Edipo, este tiene un papel importante en el desarrollo de la personalidad tanto de los niños normales como de los neuróticos. El complejo de Edipo se da al final del primer año de vida o al comienzo del segundo, comprende estadios tempranos en acción, que son el sádico anal y el sádico oral, donde se da el disfrute de las zonas erógenas (el ano y la boca); estos estadios tempranos se conectan con las tendencias edipicas y se dirigen hacia los objetos con los que se desarrolla el complejo que serían los padres, en este sentido, el niño odiaría a su padre por tener el amor de su madre, es aquí donde predominan las tendencias agresivas como el odio y el deseo de atacar al padre, también se dan las fantasías, de igual manera, estas provienen de las fijaciones sádico anales y sádico orales.
La autora también habla del complejo de Edipo invertido, en el cual, los niños al defenderse de las tendencias que le súper yo condena, recurren a sus tendencias homosexuales, las fortifican y las desarrollan, por ejemplo, la fijación del niño hacia el padre y de la niña hacia la madre. En este sentido se puede llegar a un estadio en el que esta relación no se mantenga bien definida y el niño se aparte tanto del padre como de la madre, esta podría ser la base de una personalidad antisocial.
La relación con los padres determinara todas las relaciones futuras en la vida de una persona, una relación importante desde la infancia es la relación con los hermanos los cuales generan muchos celos y hacia los cuales se dirigen también algunos deseos sádicos; el odio y los celos generan sentimientos de culpa, los objetos que el niño odia son al mismo tiempo objetos de amor, entonces surge un conflicto entre lo que sucede y el débil yo que apenas se está formando, la manera de salir de eso es huir a través de la represión, pero esta permanece en el inconsciente, los sufrimientos de la vida son repeticiones de los sufrimientos tempranos en los niños, la autora expone que los niños en sus primero años siempre pasan por grandes sufrimientos y estos son repetidos a lo largo de la vida, también se dan sentimientos negativos en el niño o la niña que pueden ser dirigidos al padre o la madre respectivamente, o a los hermanos, en algunos casos también pueden estar dirigidos al padre del sexo opuesto, el niño para escapar de esos conflictos se aleja del objeto de amor y lo cambia por la aversión.
Desde el punto de vista psicoanalítico las observaciones que se hacen en un niño pueden ser atreves de un juego donde se disminuya su inhibición, donde puedan surgir sus fantasías e impulsos y den paso al análisis de los sucesos más relevantes de la vida del niño, por medio del juego se pueden representar su material inconsciente y sus contenidos más reprimidos. Por otra parte, se pueden manifestar varias fantasías, pero en la manifestación de tendencias primitivas es inevitable la angustia, siempre, después de una tendencia primitiva aparece la angustia y el niño trata de hacer el bien y arreglar lo que ha hecho, Melanie Klein expresa que el niño empieza a tener tendencias reactivas frente a lo que hizo mal o frente al daño que causo al objeto de su amor.
Seguidamente, se hace la lectura de la reseña del mismo texto, la cual nos permite tener una mirada general a los aportes que la autora nos deja a partir de sus análisis y estudios con niños. Aquí se tratan asuntos que son explicados en su momento por las exposiciones de los compañeros, algunos de esos asuntos son las tendencias sádico anales y sádico orales, la lucha entre la aculturación de la personalidad, el surgimiento del superyo, la represión, el sentimiento de culpa, el complejo de Edipo, la agresión y el deseo de ser castigado.
Se dice que la practica psicoanalítica, la terapia y las técnicas implementadas permiten generar resultados de los pacientes que aportan a la labor académica y terapéutica. El psicoanalista debe encontrar el espacio para que el niño cuente todas las perversiones que lo acusan, entonces se trasciende del plano material a las fantasías más profundas, por ejemplo el asesinato de los padres, mordiscos profundos, desmembramientos, etc. Al repensar estos sádicos impulsos, el niño se pone al desnudo y se encuentra con actuaciones que muestran la mayor capacidad de amor y el deseo de hacer lo posible para ser amado.
También se dice que los niños que actúan de manera agresiva están en constante lucha con el superyo y las tendencias sádico anales, esta situación lleva a generar una serie de circunstancias en las que el niño siente culpa, la cual también reprime y así reproduce actos violentos con la finalidad de ser castigado, también parte de la repetición que es un acto similar a las conductas criminales caracterizadas por ser repetitivas y constantes.
Finalmente se indica que el niño que no puede fantasear se ve obligado a descargar sus sentimientos mediante la agresividad y destrucción del objeto de amor, la autora reconoce que no existe una indiferencia por el castigo, al contrario plantea que ser castigado es la absolución del niño pues el siente que alivia su sensación de culpabilidad.
Posteriormente se da paso a la exposición del segundo fragmento del texto de Melani Klein y se indica que esta centrado en el análisis de las tendencias sádico anales y sádico orales. La autora comienza señalando que los juegos que ella mostro en las primeras páginas difieren de los que vemos cotidianamente en un niño, estos juegos no salen a relucir al principio de la terapia sino en el transcurso de las misma, ella dice que hay una forma de establecer una buena relación entre el niño y el psicoanalista y es la de tener una posición neutral frente a lo que el niño está diciendo para no imponer ningún tipo de critica ética ni morar, esto es porque el niño debe sentirse cómodo al contarle sus fantasías más profundas al psicoanalista, las cuales no le confía a sus padres ni a otras personas por el riesgo de ser juzgado.
Las teorías sexuales son la base de una variedad de pulsiones sádicas ya que según Freud, de acuerdo con las etapas sádico anal y sádico oral, los niños ven la relación sexual de los padres como un acto de comer o un acto de violación y agresión, este tipo de visiones pueden traer repercusiones en la vida sexual futura del niño. Se dice que hay fantasías en el niño que terminan por apartarlo del padre, por ejemplo, un niño que ama a su madre pero no es correspondido, terminara por apartarse de ella y también del padre por ser el quien reciba el amor de la madre. Cuando un niño interpreta el acto sexual como una agresión violenta del padre hacia la madre, puede ocurrir una acción criminal en el futuro.
Ya que el niño está enteramente dominado por los impulsos, el trabajo desde el psicoanálisis será el de sublimar estas tendencias y formar un niño apto para la sociedad; en este sentido se dice que el psicoanálisis no debe mezclarse con la pedagogía, que el psicoanalista prepara al menor para poder desarrollar con él un buen trabajo pedagógico.
Se presenta el caso de un niño llamado Piter, quien era muy inhibido, no le gustaba jugar porque tenía fantasías fuera de lo común, y no quería que se evidenciaran en sus juegos por temor a ser castigado o juzgado por los padres; el niño solo se relacionaba bien con su hermano, cuenta que una vez estaban jugando y que había imaginado que se habían comportado mal, entonces la mama los veía y los reprendía, ellos sentían rabia y por eso la asesinaban, igualmente mataban al papá cortándole la cabeza, estos no morían, por tanto eran nuevamente asesinados y comidos por los niños; en el análisis de este caso se descubrió que el niño tuvo que dormir con sus padres por un tiempo, por tanto presencio actos sexuales, lo que tuvo repercusiones sobre él, dando paso a una marcada tendencia sádico oral; además, el nacimiento de su hermano aporto también a la creciente neurosis del niño. Él se apartó de la madre y del padre porque tenía unas tendencias sádicas hacia ellos. Finalmente se explica que el niño se recuperó de la neurosis.
En esta parte la autora explica que las fantasías que se pueden dar en un niño anormal se pueden dar también en un niño normal solo que en un niño anormal se ven de una manera más clara y salen a relucir de una forma más evidente.
Posteriormente se indica que los padres son la fuente de desarrollo del superyo en la medida en que las prohibiciones son absorbidas por el niño; así, se hace importante que las fantasías sádicas no se formen sino que se puedan sublimar por medio del juego y se pueda evitar una tendencia criminal.
La parte final del texto “tendencias criminales en niños normales” explica que se pueden ver tendencias criminales en todos los niños; en este sentido, la autora da algunas sugerencias que determinaran si estas tendencias se van a establecer o no en el niño. En un primer estadio de la niñez, el súper yo toma fuerza y es ahí donde aparece el criterio y el juicio y surge la represión. Tanto los niños normales como los anormales utilizan la represión como mecanismo para manejar sus conflictos, en ambas partes se puede explicar de la misma manera, solo que para el niño normal la represión es menor.
Posteriormente se dice que la represión es el mecanismo para manejar los conflictos, pero que además hay otro y es el de la huida de la realidad, esta supone que si bien el niño en sus etapas tempranas no aparenta ningún sufrimiento, este en realidad si sufre por lo displacentera que es la realidad, porque el niño es privado de su libertad, es reprimido, el niño tiene muchas condiciones que lo reprimen y por tanto le producen displacer, lo que intenta hacer el niño en este punto es llevar a la realidad sus fantasías, adecua la realidad de tal manera que sienta que esta corresponde a sus fantasías. Esto hace que el niño cree una apariencia y parezca que está bien, que no sufre, que se sienta feliz con cualquier juego ya que está en su propia realidad, es como un refugio para el niño, lejos de los adultos, en el cual todas sus fantasías se hacen realidad.
La autora explica que entre este refugio se encuentra el concepto de vida lúdica; las personas que han analizado el comportamiento de los niños entienden que la vida lúdica se refiere a la vida instintiva y a los deseos del niño a través de sus fantasías. En esta etapa del refugio, el niño al huir de la realidad, intenta extraer lo necesario para poder mantener su mundo. Así mismo, hay dos cuestiones con las que él pelea, que es la realidad y el mundo de fantasías, esto se da debido a las exigencias de la realidad que se tornan más hostiles y por ende el niño se ve obligado a reprimir todas sus pulsiones de manera inmediata.
Se expone que este mecanismo tiene otra función que es la de escapar y recaer en la infancia, está función va conectada con otra forma de reacción, que es la capacidad para controlarse. La huida de la realidad tiene dos funciones, la primera se trata de manejar las dificultades y la segunda se trata del control que le da este mecanismo.
El hecho de que haya una represión hace que esta pueda ser sublimada; en este sentido, se plantea el ejemplo del deporte, se dice que toda la agresividad se puede descargar a través del deporte con la finalidad de que vaya dirigida a un objeto y no necesariamente a una persona.
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