Por Laura Sokolowsky
El contexto es el de un encuentro con Pierre Naveau, invitado a hablar de su último libro Lo que se escribe del encuentro (1), en ocasión de una velada de la Biblioteca de la Escuela de la Causa Freudiana. Hubo mucha gente en la calle Huysmans, el 2 de octubre; su deseo de poder discutir con otros fue escuchado.
El deseo de no hablar solo permite entrar en lo vivo del sujeto. Como Pierre Naveau lo precisa en su libro, hablarse a sí mismo, es algo tonto. Al comienzo del seminario Aún, Lacan dedica un desarrollo bastante extenso a la tontería, reguntándose si es posible salir de ella. Recuerda que a diferencia de los otros discursos, el psicoanálisis no retrocede ante la tontería (2). Conviene decirla, no callarla, ya que es inherente a la dimensión del significante. Una tontería es un traspié de la lengua, un equívoco. También es lo que se atrapa, como la Dummheit [tontería]del pequeño Hans. Lo serio se obtiene extrayendo fuera del lenguaje algo que está allí atrapado y que Lacan designa como lo que se relaciona con el significante Uno. Si el amor se sostiene con la ilusión de no hacer sino solo uno, ¿es posible salir del “espejismo del Uno que uno se cree ser” para encontrar al Otro sexo? (3)
P. Naveau muestra que conviene adoptar con rigor la vía de la exigencia lógica abierta por Lacan. No se puede hacer otra cosa más que pasar por la lógica en lo que concierne a la relación entre los sexos, ya que el lenguaje está fuera del cuerpo. El lenguaje funciona como suplencia de “la única parte de lo real que no puede llegar a formarse en el ser” que es la relación sexual (4). Pero lo que permanece excluido aunque llegue es que la relación de un ser sexuado con el del otro sexo pueda escribirse dando cuerpo lógico a esa relación.
No hay predestinación y la ausencia de saber concerniente a la relación sexual subsiste. Lo imposible, que especifica lo que no cesa de no escribirse, define esta parte de lo real que no llega a serlo. Sin embargo, ya que el lenguaje cumple la función de suplencia en la no relación, los enamorados están “condenados a aprender indefinidamente la lengua del otro, tanteando, buscando las claves, siempre revocables” (5). El único goce sexual que no es accesible al cuerpo hablante es el goce fálico que lleva esta marca del significante Uno.
Cuando se lee este libro, se capta por qué el silencio no es el modo que conviene al encuentro. De la clínica de la negación a la poética del encuentro amoroso, los capítulos de la obra trazan un recorrido riguroso, que va del rechazo al consentimiento del filo de la lengua que sólo permite leer el trazo del saber inconsciente. Aprendemos que el encuentro, siempre contingente, es el de dos saberes inconscientes. Si se cree saber por anticipado cuál será la respuesta del Otro, si no se tiene nada para decirle, es porque se goza del argumento del encuentro eternamente faltante. Sin embargo, el exilio de la no relación sexual se conjuga de manera diferente según se inscriba del lado hombre o del lado mujer de la
sexuación.
La maniobra que consiste en aproximarse al cuerpo del Otro sin decir nada, como Aragón que acariciaba desconocidas en el metro, revela una satisfacción autoerótica donde el órgano fálico goza totalmente solo. Como se indica en la página 76, el fantasma aparece como la causa del no encuentro. El hombre encerrado en la jaula de su narcisismo puede rehusar tomar un riesgo no queriendo dar lo que considera su bien más preciado. Guarda para él lo que cree tener, no dando su castración a una mujer. En otros términos, la cuestión consiste en saber si, del lado hombre, es posible superar la protesta y la agresividad suscitada por el hecho de confesar la falta que lo hace deseante. El autor convoca la obstinación del personaje de Mesa, en la pieza de Claudel Partage de midi (Partición de mediodía), declinando el ofrecimiento que una mujer le dirige.
Del lado mujer de la sexuación, el obstáculo parece más ligado al goce femenino que presenta un acceso al Otro barrado más allá del fantasma. Teniendo a la soledad como único partenaire, el destino de una mujer parece tejido de angustias de desamparo, de abandono y de privación. P. Naveau evoca la soledad de Celia, joven y brillante abogada, que se encierra en su casa de cara a su cruel espejo: su negación del cuerpo aparece como una negación de la sensación de tener un cuerpo. En su habitación, aislada, Celia se siente como un espíritu sin cuerpo. Si su síntoma se escribe sobre la arena de la carne, es una carne negada. Su negación del cuerpo corresponde al rechazo del Otro del lenguaje, de la vida y de la historia, se precisa. Del lado mujer de la sexuación, la negación del encuentro ligado a la orientación hacia el S(A tachado) se sostiene en un goce que no tiene significante para decirse.
El pasaje de la ética del célibe a la ética del encuentro implica un desplazamiento del silencio del fantasma al síntoma que hace hablar. Cuando el Uno-todo-solo se pone a hablar, una ruptura en el saber se produce. La fórmula del cogito del encuentro es por consiguiente “Hablo, entonces quiero saber”. Para que el nudo del encuentro se sostenga, es necesario tener ganas de hablar.
El goce de la palabra, identificada “con audacia” por Lacan en el goce fálico, se manifiesta en el encuentro renovado con la lengua del Otro.
Vivimos una época donde la vergüenza tiene tendencia a desaparecer. Jacques-Alain Miller lo puntúa en su presentación del próximo congreso de la AMP (6), la pornografía omnipresente y vuelta accesible por el uso generalizado de Internet acentúa el exilo del ser hablante.
Me surge una pregunta: cuando el velo desaparezca ¿qué será del encuentro? Como el de la ciencia, ¿el real de la no relación será cada vez más invasor en el siglo XXI? La pregunta ¿debe ser formulada en estos términos?
Notas:
1) Naveau, P. Ce qui de la rencontré s’écrit, Études lacaniennes, [Lo que del encuentro se escribe. Estudios lacanianos]prefacio de Eric Laurent, París, éditions Michéle, mai 2014, 215 p.
2) Lacan J., Le Sémnaire, livre XX, Encore, [Aún] Paris, Seuil, 1975, pp. 16-18 y 24-25.
3) Ibid., p. 46.
4) Ibid., p.47.
5) Miller J.-A., “La psychanalyse enseigne-t-elle quelque chose sur l’amour?” [“¿El psicoanálisis enseña algo sobre el amor?”]Psychologie Magazine, octubre 2008, n° 278.
6) Miller, J.-A., “L’inconscient et le corps parlant”, [“El inconsciente y el cuerpo hablante”] Presentación del tema del XCongreso de la AMP en Río en 2016, La Cause du désir, n° 88, 3°
trimestre 2014 & Le Réel mis à joux au XXIe siècle, [El real puesto en juego en el siglo XXI],IX congreso de la AMP, EFC, 2014 (de pronta aparición).
Lacan Cotidiano
Número 432 (selección de artículos)
No me hubiera perdido un Seminario por nada del mundo – Philippe Sollers
Ganaremos porque no tenemos otra elección – Agnes Aflalo
Lacan cotidiano publicado por Navarín Éditeur
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Traducción de Alicia Delleppiane