De esta película dice Lacan:
«He sido inspirado porque eso es del erotismo – no me esperaba eso yendo a ver ese film japonés – es del erotismo femenino. Ahí comencé a comprender el poder de los japoneses. Parece, al ver ese film, ustedes un día u otro van a verlo, ésa era una representación privada, pero a pesar de todo espero que se nos dará el permiso; y haciendo algunos movimientos de reptación, ustedes llegarán a verlo en las salas limitadas. Se les requerirá que muestren la contraseña, ¡pero ustedes dirán que vienen a mi seminario!
El erotismo femenino allí parece ser llevado – no voy a hacer sobre este film simplemente una linea de división -parece llevado a su extremo; y este extremo es el fantasma, ni más ni menos, de matar al hombre. Pero incluso eso no basta. Es preciso que, después de haberlo matado, se vaya más lejos. Después – ¿por qué después?, ahí está la duda – después de este fantasma, la japonesa en cuestión, que es una mujer de iniciativas – es el caso decirlo – a su partenaire le corta el rabo – es así que se llama. Uno se pregunta por qué ella no lo corta antes; es que eso es un fantasma, tanto más cuanto que yo no sé cómo sucede eso después de la muerte, ¡pero hay mucha sangre en el film! Estoy de acuerdo con que los cuerpos cavernosos estén bloqueados, pero después de todo no sé nada de eso. Hay ahí un punto que recién llamé de duda. Y es ahí que vemos que la castración no es el fantasma. Ella no es tan fácil de situar, hablo en la función que es la suya en el análisis. Ella no es fácil de situar, puesto que puede ser fantasmatizada». Seminario 23 El Sinthome, Buenos Aires, Paidós, 2007, pps. 124-125.
Se recomienda al respecto la lectura de Carlos Gustavo Motta Las películas que vio Lacan y aplicó al psicoanálisis, Buenos aires, Paidós, 2013, pps. 155-157, 169.