PROTOCOLO
Fecha: Medellín, 6 de marzo de 2015
Docente: Mario Elkin Ramírez
Protocolante: Luz Marina Monroy Flórez
Maestría en Investigación Psicoanalítica Universidad de Antioquia
Cumpliendo con los momentos diseñados para el desarrollo de la clase, se inició con la lectura del protocolo de la sesión del viernes 27 de febrero, elaborado por María Clara Mojica, admitiendo y confirmando de entrada, que las ideas, como el capítulo IV de “Lo inconsciente” de Freud que se trabajó en aquella sesión, fueron de compleja elaboración.
La lectura del protocolo propició una intervención en distintos asistentes a partir de su afirmación: “El inconsciente es la palabra del Otro”, lo que nos lleva a precisar de inmediato (acota Juan David), qué es discurso y qué es palabra. Anderson, por su parte, lee directamente en “Escritos” de J. Lacan la precisión propia del autor. El discurso excede en mucho a la palabra. Siempre que Lacan emplea el término “discurso” (y no por ejemplo “palabra”), lo hace para subrayar la naturaleza trans-individual del lenguaje, el hecho de que la palabra siempre implica a otro sujeto, un interlocutor. Su célebre frase “El inconsciente es el discurso del otro” (que aparece por primera vez en 1953), más tarde se convierte en “El inconsciente es el discurso del Otro” y designa el Icc como el efecto sobre el sujeto de la palabra que le es dirigida desde otra parte, por otro sujeto que ha sido olvidado, por otra localidad psíquica. Más adelante, el término se referirá a “un lazo social basado en el lenguaje”.
El tercer momento de la clase correspondió a la presentación del capítulo V: “Las propiedades particulares del sistema inconsciente” a cargo de Juan Felipe Gómez. Inició precisando la definición de “sistema” en Laplanche y Pontalis. En las diferentes exposiciones que dio de su concepción del aparato psíquico, Freud utiliza la mayoría de las veces, para designar sus partes o subestructuras, los términos “sistema” o “instancia”. El término “sistema” se refiere a un “esquema esencialmente tópico del psiquismo, concibiéndose éste como una sucesión de dispositivos atravesados por las excitaciones, al modo como la luz pasa a través de los diferentes “sistemas” de un aparato óptico”.
Los procesos del Ics, exhiben propiedades que no se reencuentran en el Cc. El núcleo del Icc consiste en agencias representantes de pulsión que quieren descargar su investidura; por tanto, en mociones de deseo. Estas mociones pulsionales están coordinadas entre sí, subsisten unas junto a las otras sin influirse y no se contradicen. Cuando son activadas al mismo tiempo dos mociones de deseo cuyas metas no podrían menos que parecernos inconciliables, ellas no se quitan nada ni se cancelan recíprocamente, sino que confluyen en la formación de una meta intermedia, de un compromiso. Dentro de este sistema no existe negación, no existe duda ni grado alguno de certeza. Todo esto es introducido sólo por el trabajo de la censura entre Icc y Prcc. La negación es un sustituto de la represión, de nivel más alto. Dentro del Icc no hay sino contenidos investidos con mayor o menor intensidad.
Freud da un nuevo significado a Icc: su núcleo está conformado por representaciones que ponen en juego una movilidad de excitaciones que atraviesan sistemas.
Desde el punto de vista de la filosofía, se encontraría una proximidad entre Freud y Leucipo y Demócrito.
La excitación nerviosa atraviesa tres sistemas. Freud acude a los conceptos de desplazamiento y condensación, correspondiendo al punto de vista dinámico el primero y al dinámico el segundo. Cuando dos mociones pulsionales no se cancelan sino que convergen al punto de crear un compromiso, una “reconciliación” entre fuerzas que luchan en la consciencia y logran atravesar todo mecanismo de defensa o represión: pasan desfigurados. Juan Felipe mismo aplica la palabra reconciliación pues, al no contradecirse ni anularse, conviviendo una al lado de la otra sin alterar el sistema, no son fuerzas en conflicto.
En otro punto, Freud afirma que dentro del sistema Icc no hay negación, ni temporalidad, ni contradicción, ni duda, ni certeza.
En el sistema Icc existen contenidos investidos con mayor o menor intensidad. Hasta este momento, para Freud el aparato psíquico está regido por el principio del placer. Vendrá luego su definición donde se pone en juego la Metapsicología y habla de acto Icc.. Felipe interroga si sería más preciso hablar de acción que de acto, en tanto acto hace más referencia a asignar una acción muscular o una descarga adecuada a un fin específico.
Freud habla de afecto y Felipe busca asociar este concepto al del alma. Acentúa, además, los conceptos de conceptos de condensación y desplazamiento que piensa más desde el punto de vista energético que dinámico, que se vinculan con contenidos latentes y manifiestos.
Anderson y David interrogan la separación que hace Felipe y hablan de mejor ponerlas a dialogar. María Clara insta, luego de definir los términos, a que se plantee un ejemplo de desplazamiento y condensación que David intenta a partir de la formulación de un chiste en el que nombra a la relatora: Había una tortuga marina y otra Carolina. En ese significante marina hay condensados dos posibles significados: relativo al mar o el típico nombre de tía, momento en el cual gira hacia la relatora porque advierte que tal es su nombre y se disculpa “Ay, qué pena… yo no había caído en cuenta”. Luego de la hilaridad que provoca y que no dejará de producir efectos a lo largo de toda la sesión, acotará, también, cómo en estos actos se abre paso al Icc y continúa refiriendo que en este significante hay una condensación porque se juntan dos posibles significados en una sola palabra…la metáfora y la metonimia. La cuestión le parece más difusa de definir en torno al desplazamiento.
El cuarto momento corresponderá a la intervención del docente Mario Elkin Ramírez.
Retomará la denegación pues le parece esencial articularlo a este quinto capítulo “Las propiedades particulares del sistema Icc”, lo que podría ayudar a esclarecer o, quizá, oscurecer la discusión. Lacan en el Seminario 3, en la parte de la introducción a la psicosis, cita una discusión que tuvo con Jean Hyppolite sobre el texto freudiano de la denegación. Dentro de ese sistema Icc no existe la negación, ni duda, ni grado alguno de certeza. En su respuesta al comentario de Hyppolite sobre la ‘Verneinung’ de Freud, Lacan describe un acto primordial de afirmación que es lógicamente anterior a cualquier acto de negación. Para designar esta afirmación primordial, emplea la misma palabra alemana utilizada por Freud, Bejahung (afirmación). Mientras que la negación tiene que ver con lo que Freud llamaba el ‘juicio de existencia’, la Bejahung denota algo más fundamental: el acto primordial de la simbolización en sí, la inclusión de algo en el universo simbólico. Solo después de que una cosa ha sido simbolizada (en el nivel de la Bejahung) se le puede atribuir o no el valor de la existencia (negación). Lacan postula una alternativa básica entre la Bejahung y el mecanismo psicótico de la forclusión, designando la primera la inclusión primordial de algo en lo simbólico, mientras la forclusión es un rechazo primordial a incluir algo (El Nombre del Padre) en ese mismo orden simbólico.
De la Bejahung viene lo no reprimido. Hace nacer el sujeto a lo simbólico y aquí se toca con el texto “la Denegación”: en el Icc no existe la negación.
La forclusión se desarrolla en procesos del no querer saber, de algo que la conciencia rechaza y repudia. Este concepto elaborado por Lacan designa un mecanismo específico de la psicosis por el cual se produce el rechazo de un significante fundamental expulsado afuera del universo simbólico del sujeto. Cuando se produce este rechazo el significante está forcluído. No está integrado en el Icc como en la represión, y retorna en forma alucinatoria en lo real del sujeto.
Lacan cita el texto del Hombre de los Lobos, la anécdota de la alucinación del dedo cortado. Se trata de un rechazo simbólico que enseguida aparece en lo real, retorna a lo real, un no querer saber: y hay algo más radical que la represión y es la forclusión. Según J. Lacan, el “defecto que le da a la psicosis su condición esencial, en la estructura que la separa de la neurosis”.
Lacan se sirvió del artículo de Freud sobre la denegación para aislar el proceso de la forclusión en una de las dos fases de la dialéctica que es propia de la denegación: la primera, de simbolización o Bejahung -admisión que consiste en una “introducción en el sujeto”-, no ha tenido lugar. La segunda, “de expulsión fuera del sujeto”, constituye lo real en tanto subsiste fuera de la simbolización. La forclusión “es exactamente lo que se opone a la Bejahung primaria y constituye como tal lo que es expulsado”.
El profesor asevera que “La denegación” y “Los dos principios del suceder psíquico” se deben leer complementariamente.
Cuál parte del sujeto habla? El Icc. Por eso decimos que es hablado. Para el Psicoanálisis, el Icc habla en el sujeto más allá del sujeto. Entonces, ¿Quién lo habla? Hay un asunto paranoico en eso de que “el Otro me habla”. ¿Quién es el me? No es el yo, pues desborda el yo. Somos hablados, no dueños de nuestra propia casa.
Pensando en el caso Schreber, Freud empieza a ver las variaciones gramaticales, pero no nos dice por qué el Icc del psicótico es tan buen gramático y tan mal filólogo. Pero, es porque el Icc está a cielo abierto que no hay una pacificación entre el yo y el Otro. Estamos divididos entre el yo que habla y el sujeto del Icc que se ve hablado, aparece el otro que lo habla. ¿Dónde se ubica el analista? En ninguno de esos lugares. El analizante querría ubicarlo como objeto a o el Otro. En su concepción de la cura psicoanalítica y el juego del bridge, Lacan describe al analista en la posición del muerto. El analista interviene concretamente en la dialéctica del análisis pretendiendo que está muerto.
Aparece otro pasaje que se articula con el Cap. V “La fase simbólica” “Y bien, lo que nosotros llamamos sentimiento de realidad…cuando se trata de la restauración de los recuerdos…” donde Lacan hace la diferenciación entre pasado e historia. Esta es una organización con orden a una lógica, una secuencia. En análisis, el sujeto hace el esfuerzo de historizarse, de construir una lógica de causa-efecto.
Seguidamente, se refiere a los pensamientos inconscientes. Cuando Freud formula este concepto de pensamiento Icc, apunta una pequeña fórmula “Sit venia verbo”, “Perdón por la palabra”. El Icc piensa, independientemente del yo. No solo nos habla en el sentido de que somos oyentes, receptores, sino que somos hablados por el Icc.
Ahora bien, se impone hacer la diferencia que marcaría Lacan en el Seminario 11: “El inconsciente freudiano y el nuestro”. El Icc freudiano, atemporal, hace que casi nos precipitemos a darle una cualidad óntica al Icc. Pero no siempre nos habla y se realiza cuando hay un lapsus, cuando sueña…no tiene continuidad. Es discontinuo. Decir que aparece y desaparece nos impone una discontinuidad; es algo monstruoso que nos habla, que nos habita. Así, el Icc no es una entidad sino que se realiza cuando aparecen el lapsus, el chiste, el sueño, ninguno de ellos permanente. Al principio, Freud estaba convencido de que era una entidad y luego lo plantea como una hipótesis por lo que hay detrás como una práctica de la sospecha. ¿Qué hace que aparezca y desaparezca? Que haya un oyente que, como en el caso nuestro hoy, escuche el chiste y lo sancione, lo subjetive, para que aparezca el sentido y el Icc mismo cuando lo subjetivamos.
¿Existía el Icc antes de Freud? Para Lacan no, no lo habíamos reconocido, no había entrado en nuestro universo simbólico. El Profesor amplía para responder a Anderson: ¿Descubre o inventa el Icc Freud entonces? Desde un punto de vista positivista, en tanto científico, lo descubre, en un esfuerzo enorme de ficción, de abstracción, de inferencia que además seguimos verificando.
Para finalizar, el Profesor retorna al chiste y habla de la formación de compromiso. Surge una formación de compromiso cuando se dice “es un ataque con dos sentidos contrarios”:
Universo significante consciente / universo significante Icc
Aparece el conflicto dinámico que hace que el síntoma conserve algo del Icc, algo de lo Cc. No existe bi-univocidad marina (significante / Carolina (significante) Cuando aparece una tortuga hay otro elemento heterogéneo: objeto a. Y se articula con otro seminario sobre la lógica del fantasma: No somos solo seres del lenguaje, somos seres de pulsión.
Y el discurso del amo es el discurso del Icc.
Precisemos: ¿Discurso, palabras?
Un discurso: agenciamiento de poder
Un discurso produce goce
Un discurso, Un sujeto dividido.
Para Lacan, algo no está cifrado en términos de sentido, hay una parte no cifrable, no reprimida, la que deja traza de goce. No siendo solo una elucubración de saber, tiene una aparición en el cuerpo, a veces traumática. Y avanza más en su afirmación: problemas de ética son problemas de goce.