CURSO: ADOLESCENCIA Y CRIMEN
PROFESOR: MARIO ELKIN RAMIREZ
ESTUDIANTE: MÓNICA DANIELA SALAZAR
FECHA DE LA CLASE: 11 DE ABRIL DEL 2016
Se da inicio a la sesión con la lectura del protocolo de la clase anterior, seguidamente, la compañera Erika Álvarez expone la continuación del capítulo 4to del libro “Juventud Desamparada” de August Aichhorn, que trata sobre algunas causas de la delincuencia adolescente. El docente continúa la reflexión del mismo, planteando que Aichoorn da una definición sobre el comportamiento disocial, el cual es el resultado de disturbios de los moldes psíquicos o de una anormal acumulación del afecto, los moldes psíquicos son los ideales, o modos de ser, en los que se espera que una persona se situé; a nivel educativo, por ejemplo, siempre se espera que el estudiante sea de una manera especifica, se situé en un cierto molde psíquico preconcebido y cuando alguien causa revuelo en tal molde se dice que tiene un comportamiento disocial; en el psicoanálisis las representaciones siempre van unidas al afecto, que es una sensación como la angustia, ya que esta es vista como el afecto que no engaña, debido a que es muy difícil ocultarla a diferencia de otros afectos como el amor o el odio, los cuales son inconmensurables y siempre van ligados a una representación, por ejemplo, el padre es la representación de un afecto personal, en el temor a Dios, el temor es el afecto y Dios una representación del mismo; en relación a lo anterior, cuando se da una acumulación anormal del afecto se produce un comportamiento disocial, en la adolescencia es donde se da en mayor proporción un acopio de afectos y sensaciones, además, de ser en donde se despiertan las pulsiones sexuales y agresivas latentes de la infancia, los afectos unidos a las pulsiones se turban y forman este tipo de comportamiento, la manera como se emplea la energía psíquica (pulsiones) determina la dirección que tome el desarrollo del individuo hacia una posterior neurosis, psicosis o perversión.
Aichhorn toma el psicoanálisis muy en serio, porque es desde ahí de donde recoge los conceptos para poder elucidar toda la fenomenología que estaba encontrando en los casos individuales de los jóvenes del reformatorio, es por esto que, cuando él dice: “algunas causas” es porque está abierto a ver todas las posibles causas de la delincuencia juvenil desde lo psicoanalítico, combinando la teoría con la práctica.
Con el caso presentado en el capítulo 4to de su libro, comienza a ilustrar nuevas causas psíquicas de la delincuencia, esto lo ilustra con un ejemplo; se trata de un joven de 18 años al cual los doctores no le pudieron encontrar ningún síntoma de desorden nervioso y dijeron que su comportamiento agresivo se debía a un conflicto familiar, algunos datos de su caso son que la madre era viuda, el padre había sido capataz en una fábrica, había muerto muchos años antes y después de su muerte la madre había conseguido emplearse en una oficina por un sueldo que apenas le alcanzaba para mantenerse a ella misma y a sus hijos, con su hermana mayor era con quien más aparecía su mayor agresividad, ella estaba empleada en una tienda de modas y aportaba económicamente a la familia, lo que le daba una jerarquía privilegiada; la primera impresión que le da a Aichhorn es que es un chico afeminado, inseguro, callado y nada comunicativo, por lo que da a conclusión que su agresividad son explosiones momentáneas de afecto, que vienen de la acumulación continua del mismo y que se exteriorizan bajo la forma de una naturaleza brutal, considerado como «acto disocial», por esto su madre decía que era un salvaje y que no lo aguantaba, entre otras denominaciones hacia sus explosiones de cólera.
Es un muchacho que luego de la muerte de su padre comienza a ensayar varios oficios, pero siempre encuentra una circunstancia que lo hace retirarse de ellos, es decir, no encuentra su lugar en esas estructuras, lo que conlleva a que las personas piensen que es inestable, perezoso, no le gusta trabajar, le encanta la vagancia, etc; para Aichhorn esto es un síntoma y para aclararlo debía verse la primera estructura que lo recibió, es decir la familia, donde los chicos pelean por el amor de los padres y la preferida de ambos era la hermana mayor, por lo que él no recibía amor por parte de ellos, sino que por el contrario su madre era fría, cruel y quería “salir de él” porque ya no lo soportaba, había algo en el deseo de la madre que no alojaba a ese hijo, era necesario que ella lo adoptara como tal, ya que no basta con ser el hijo biológico de alguien, es necesario ser adoptado por ese padre o madre como suyo y ser adoptado como padre por su hijo; en este caso es un chico abandonado, porque a pesar de haber nacido de una unión legítima con un padre y una madre, ninguno lo adoptó y fue rechazado, lo cual le trajo consecuencias psíquicas como lo son el no se hallarse en ningún lugar porque no tuvo nunca un lugar en su familia.
Al sentir todo este rechazo por parte de su madre, el joven, expresa que no quiere ser más una carga para ella, pero al mismo tiempo no quiere ser un obrero común como su madre quería que lo fuera con la intención de echarlo a la calle; por el contrario, él prefería ayudar en las labores de la casa, como limpiar, tender las camas y lavar los platos, pero en la sociedad victoriana de la época que era eminentemente machista, habían unos oficios determinados para hombres y mujeres, por lo que un hombre al que le gustaran los oficios caseros era tratado como un afeminado; a esto se le agrega, que fue criado en un entorno femenino, donde no tenía una figura de representación masculina, por lo que sus identificaciones son totalmente femeninas, lo que no quiere decir que sea homosexual, ya que a pesar de que era delicado le gustaban las chicas.
El objeto de su odio era su hermana mayor, y cuando le daban los arranques de cólera, eran contra ella ya que, como se dijo anteriormente, era la preferida de los padre, mientras que él era burlado por sus hermanas y su madre, y se sentía apartado del grupo familiar. Cuando Aichhorn lo cuestiona sobre la chica que le gusta, él se siente apenado y perturbado, y comenta que a los 13 años se había enamorado de una de las compañeras de su hermana mayor, la cual coincidencialmente se parecía mucho a la hermana odiada, y que actualmente estaba enamorado de otra chica pero que esta era totalmente opuesta a la hermana mayor, y muy parecida a la hermana menor, cuando le pregunta que si ya la ha besado, el responde que un muchacho no hace eso, lo que lleva a pensar que es calificado aún en su casa como un niño, teniendo en cuenta que los adolescentes son considerados como niños en cuerpos de hombres, no tienen lugar como hombre pero tampoco como niño, por lo que es una etapa muy difícil para ellos.
La madre estaba un poco incomoda, porque Aichhorn había tardado mucho tiempo en la entrevista con el muchacho, ya que según ella ya le había dicho cual era la dificultad y que era lo que sucedía, por lo que se hace la reflexión de que no basta con el relato de una de las partes, sino que también se debe escuchar al sujeto en cuestión para poder comprender más a fondo una situación. De igual manera, la madre hablaba de una forma despectiva de su hijo, como si ya para ella no significara nada, estaba completamente desalojado de su deseo y de sus afectos, por lo que lo quiere echar de la casa; para ella, la conducta disocial del joven era sus explosiones de agresividad, el no querer trabajar como un obrero común, que le gustaran los oficios caseros, que le gustara leer y que se quedara con las devueltas de los mandados.
August haciendo una reflexión psicoanalítica, comienza a pensar que el fondo del conflicto de la agresión de él a su hermana era una ligazón amorosa hacia a ella que había surgido cuando jugaban “al papá y la mamá”, debido a que este no es en sí un juego inocente, llega un momento donde terminan explorando los cuerpos y sale a flote la curiosidad sexual infantil, esto arma lazos fuertes de amor y apasionados infantiles pero que quedan como un recuerdo fuerte de llevar, que en este caso se transformó en odio, dando paso a una ambivalencia de sentimientos (el amor y el odio son dos caras distintas de una misma moneda), siendo esta la base de las agresiones; otro elemento para explicar su comportamiento, es la dureza con que era tratado por su familia, el no tener un lugar en ella.
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