CURSO: INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS
PROFESOR: MARIO ELKIN RAMÍREZ
ESTUDIANTE: María Angélica Mercado Castrillón
FECHA DE LA CLASE: 17 de Mayo de 2016
Este protocolo tiene como objetivo dar cuenta de los principales planteamientos expresados en la conferencia número 27 de Sigmund Freud, titulada “La transferencia” y la conferencia número 28, titulada “La terapia analítica”.
Inicialmente se habla de que el objetivo de toda terapia psicoanalítica es que el analista traiga al plano consciente aquello que se encuentra en lo inconsciente de un paciente; eliminando así el conflicto patógeno que generan los síntomas. Es decir, es necesario que se cancelen todas las represiones del plano inconsciente para que el individuo se recupere.
Pero Freud plantea que dentro de las terapias psicoanalíticas hay condiciones que expresan una excepción: estos son los pacientes paranoicos, los melancólicos, los aquejados de demencia precoz, los histéricos y los neuróticos obsesivos. En estos dos últimos casos, surge un hecho y es que durante el proceso de la terapia, las personas con este tipo de condiciones muestran un comportamiento particular frente al psicoanalista.
Es allí donde Freud comienza a hablar de la transferencia. Esta surge cuando el paciente comienza a sentir un interés por la figura del psicoanalista y logra transmitir sobre este, sentimientos de afecto, de amistad, de admiración o sentimientos hostiles y de odio.
El profesor Mario Elkin Ramírez habla de la transferencia como un descubrimiento medico realizado por Freud, la invención de un nuevo lazo social en el sentido de que desde tiempo atrás se ha reconocido que las relaciones de amor-odio, amo-esclavo, gobernado-gobernante han estado marcadas por una condición de dominio y subyugación; Freud, en la constante búsqueda de metodologías y tratamientos para ayudar a sus pacientes histéricas también encontró este tipo de relación. Un ejemplo de ello, el método de la hipnosis.
Aunque actualmente responde más a un espectáculo de magos, durante las últimas décadas del siglo XIX y principios del siglo XX, la hipnosis obedeció más a un estatuto terapéutico usado para someter a alguien en una especie de ensueño, durante el cual, se le dictaban órdenes de recordar o confesar algo. Así, se lograba llegar de manera directa al inconsciente del paciente, que bajo la imagen del médico, reconocía una voz autoritaria injustificada. Por lo tanto, si un paciente no reconocía esa autoridad no podía ser hipnotizado.
Por eso Freud pensó que tal vez ese no era un buen método. Varios de sus pacientes se resistieron a ser hipnotizados y en otros casos, a pesar de su eficacia inmediata con la supresión algunos síntomas, observó cómo estos con el paso del tiempo regresaban o se trasladaban.
Freud explica que una terapia ideal puede definirse como rápida, confiable y agradable. La hipnosis por su parte era rápida y agradable ya que no suponía una experiencia de mayor peligro para el paciente, pero se encontró que este método no era confiable debido a que la represión en el nivel inconsciente que causaba el síntoma en el paciente, se dejaba intacta. Es decir, la terapia de la hipnosis no se basaba en sacar a la luz y remover el problema, sino que simplemente lo encubría por un tiempo.
En comparación, la terapia analítica se basaba en buscar el origen del conflicto patógeno en el paciente y la importancia de esta recayó en extraer la represión de la libido del sujeto y ponerla al servicio de su mejoría. Por eso, está ligada al proceso de la transferencia ya que mediante la asociación libre, paciente y medico pueden crear un ambiente de confianza donde el analista renuncia a realizar juicios de valor, renuncia a juzgar y trata de no dirigir la vida del paciente.
Es ahí, en ese ambiente de confianza, donde comienza a surgir ese interés especial por la figura del psicoanalista que se mencionaba anteriormente. Sin embargo, el analista se debe abstener de responder a la demanda de los sentimientos del paciente ya que estos no son auténticos: dichos sentimientos tienen origen en una persona o en un objeto que forma parte de la historia o del pasado de la persona que sufre la neurosis. Por lo tanto, la clave de la transferencia se haya en entender que está establecida en actos repetitivos y que en ella, la relación paciente-analista es asimétrica.
En este punto, médico y paciente se enfrentan a una nueva neurosis. Pero esta vez se trata de una neurosis artificial, supeditada a la neurosis inicial. Para la recuperación, el psicoanalista deberá utilizar los sentimientos que el paciente trasladó hacia él, en favor de encontrar el origen de los mismos.