PROFESOR, MARIO ELKIN RAMÍREZ.

LUCELLY LÓPEZ ATUESTA.

ENERO 24 DE 2014.

Escucho con admiración los discursos del profesor Mario Elkin Ramírez y el conjunto de textos que exponen los compañeros  que van pasando en el día a día por nuestro espacio académico, delineando en cada uno de ellos, los principios y aspectos fundamentales como las funciones del analista, el analizante, el acto analítico y por supuesto el profesor nos hace una invitación abierta y permanente a repensar y revisar que cada uno de los actores  en la puesta en escena, es decir en el acto analítico ,  tienen una cuota de responsabilidad , además donde se juega una serie de acciones y situaciones que lo conducen a crear nuevas posibilidades. Y esto sin obviar que todo depende de “La singularidad de cada quien y la particularidad clínica”.

Cabe anotar que desde el psicoanálisis, hay que dar la oportunidad a una verdad nunca hablada y para ello se debe sostener todo el tiempo la pregunta por el deseo, tejer el propio inconsciente, transformar el analizante por medio de ese lazo que la palabra establece entre el que emite y el que recibe y que desde un mismo momento que se llega a ese espacio de análisis se  compromete y le significa.

Ahora bien, retomando ¿Qué hace un analista? Un analista en presencia, le exige trabajo psíquico para el analizante y recíprocamente el analizante constituye exigencia de trabajo psíquico para el analista, es decir ambos van ocupando posiciones diferenciadas e indiferentes, un trabajo de una diferencia y no de una identidad.

El profesor Mario Elkin Ramírez, refiere que hay tres palabras claves que enuncia el cuarto principio: “Lazo, transferencia y lugar del otro”; cuando se detiene sobre el significado Transferencia,  nos comparte a Freud, quien define la transferencia, como el desplazamiento de un afecto, de una representación a otra, podemos decir que es un mecanismo de defensa y un paso necesario, pero que es preciso superar para la cura del analizante. Para Lacan la transferencia es uno de los principios fundamentales  del psicoanálisis, la presenta como un motor, el  resorte  impulsor del trabajo analítico.

Ahora bien la transferencia es central en el psicoanálisis, pero si el analizante no se compromete, hay desaparición de análisis, extinción de trasferencia. Si se instala la transferencia entre el analista y analizante sale aquello que está guardado, oculto  quizás durante  poco o mucho tiempo.

En la transferencia es lo afectivo lo que permite colocar a alguien en posición del sujeto supuesto saber, en tanto que amor es suponer un saber, El amor está marcado por la ambivalencia, por el narcisismo por la lógica que se diferencia del deseo, vemos que el amor está verdaderamente habitado por un no saber por una ignorancia estructurada como ocurre, en el amante que busca  en su amado aquello que le falta, que no sabe  y supuestamente el otro tiene, ubicándose en la posición de sujeto deseante.

Pero también aparecen situaciones donde los afectos de malestar, odio, engaño, rencor aparentemente obstaculizan la cura. Sin duda la transferencia se puede dar tanto en forma positiva como negativa, se pone al servicio de la resistencia, se convierte en uno de los instrumentos terapéuticos más fuertes y hace difícil la dinámica del proceso de curación.

Es innegable que el analizante hace inconscientemente desempeñar al analista el papel ya sea de figura parental, amada o temida, pone al analista en el lugar del semejante a quien dirige una demanda bien sea de amor u odio; es decir hace que el objeto coincida con el objeto de identificación.

Se confirma que en toda sesión analítica, un tercero no tiene cabida, ya que en todo análisis, asoma la ética y el profesionalismo para que se dé la transferencia; es una manera especial y única donde se captura los elementos reprimidos a través de la palabra hablada, es, porque no… invitar al analizante a que hable, a que cuente, a que narre, a hablarse  a sí mismo y por supuesto le otorgue un sentido a su síntoma y promueve la acción. El punto es, en la relación sujeto con el lenguaje,  es un espacio para encontrarse con su intimidad. Entonces cuando un tercero demanda es sobre su propio goce y no sobre el que hace parte de ese instante en al acto analítico, por ello el analista debe situar el referente singular y excluir a ese tercero.

Ahora bien la trasferencia es un lazo social  que se puede usar para que el paciente conozca de su inconsciente, esto es una invención freudiana, es una nueva manera de relacionarse, es algo que nos une y nos separa, es una relación al otro ya sea empática o antipática, de amistad, amor, odio o poder.  El profesor Mario  Elkin Ramírez hace referencia a cuatro valencias que puede tener el otro para un sujeto y es… de auxiliar, de objeto sexual, de modelo, enemigo e interroga el porqué de auxiliar? Porque al ir desempeñándose en diferentes escenarios, ya sea de tipo laboral, social, educativo, cultural, se ha moldeado para proveer el nuevo objeto de satisfacción, para llenar el vacío, siempre requiere de un otro y así lograr su objetivo; pero ese otro llámese hombre, auxiliar no es totalmente  indefenso, sino que dentro de su pulsión hay toda una constitución de la agresividad, esto hace que ese auxiliar como lo denominamos, ubica al otro como su esclavo, luchando por su control, dominación, explotación, agresión y por qué no hasta el punto de eliminarlo y puede ser que provoca la búsqueda de otro objeto. En cuanto ser  objeto sexual  se convierte en un instrumento del otro, al punto de ser esclavo sexual  ya no es el consentimiento del otro, esa relación de amor comienza como una necesidad del otro para sobrevivir y todo lo que el auxiliar puede lograr conseguir sea interpretado como signos de amor, pero puede ocurrir lo contrario que ese auxiliar se convierta en un enemigo, porque toma ese objeto de amor como objeto de satisfacción y lo convierte en esclavo sexual, autoriza a hacer del cuerpo del otro lo que le viene en gana, sin su consentimiento. Y bueno por qué convertirse en un enemigo? desde el mismo momento que se le adjudica todo lo “indigno”, “despreciable”,” la peste maldita encarnada por el otro” , y  si lo miramos en el hoy  podría ser al que se ha señalado  como “desechable” , “terrorista”, porque son rechazados al  no encajar como objeto de satisfacción del otro…Y esto nos lleva a repensar entonces será considerado  el sujeto como modelo …o el enemigo…?

Cabe resaltar que Freud si había inventado un nuevo lazo social en la disimetría, es decir no responderle al otro en su solicitud, no encarnar el lugar del demandado, el arte está en “Saberse correr” como lo refiere el profesor Mario.

El nuevo lazo social podría ser difícil para el analista en el buen sentido  de que tiene una estructura de engaño como ocurre con el amor que es un sustituto y por excelencia  hay que pedirle al analista que se baje del narcisismo debido a nuestra singularidad. Entonces Freud hace un llamado que en  la relación con el analizante debe estar presente “la neutralidad y la abstinencia”. Y Lacan señala,  “El deseo  del analista no es el deseo de la persona, es el de su Yo”.

 La persona del  analista no es modelo de ningún magistral, pero sostiene un deseo de que el otro se analice, por eso soporta la singularidad del otro. “No hay que Ceder”. El analista no pone la norma, ni condiciones, sino  que reconoce al analizante como sujeto “Tal cual” que habla, él es resultado de su decir y depende de la manera en que se escucha. Su gran tarea es sostener la interrogación, los puntos suspensivos.

Cierro diciendo que la ética del psicoanálisis se distingue  claramente de una moral. No porque beneficie la mentira, el engaño, sino porque limita la dimensión de verdad que está en juego en la palabra.

ESPECIALIZACIÓN  EN INTERVENCIÓN CLÍNICA CON ORIENTACIÓN PSICOANALÍTICA.

VIDEO DE ENLACE: CUARTO PRINCIPIO

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