Mario Elkin Ramirez

Dinámicas de guerra e iniciativas de paz en la Comuna 13 de Medellín, una reseña

By 5 julio, 2013mayo 28th, 2021No Comments

Dinámicas de guerra y construcción de paz

Mario Elkin Ramírez

El Grupo interdisciplinario e interinstitucional sobre conflictos y violencias, adscrito al INER, ganó el Premio 2007 a la investigación de Mayor Impacto, otorgado por la Alcaldía de Medellín; por la investigación: Dinámicas de Guerra e iniciativas de Paz en la Comuna 13 de Medellín. A partir de sus resultados, la Alcaldía firmó con la Universidad de Antioquia un convenio de intervención social integral en dicha Comuna.

La investigación permitió sistematizar en varias fases el conflicto armado, a partir de las percepciones de los pobladores: Primera fase, (1978-1986), aconteció la invasión y construcción masiva de barrios y la emergencia de bandas delincuenciales que azotaban la convivencia, paralela a la ignorancia del Estado para regularlas; a esto se suma las condiciones precarias de vida, la inseguridad, conflictos vecinales; emergen entonces iniciativas de autoprotección barrial.

Segunda fase, (1986–1999), ocurrió el auge de las Milicias, las cuales prometieron seguridad, se hicieron legitimar por la comunidad e instauraron una hegemonía que impuso una normatividad autoritaria, pública y privada, un sistema de justicia, acciones benefactoras puntuales y el desplazamiento gota a gota de algunos pobladores.

Esta dinámica tuvo implicaciones y a distintos niveles. Barriales: el control del territorio, la contracción y endurecimiento de los límites espaciales, se involucra a la población en el conflicto con el Estado. Este “orden” conllevó la pérdida de seguridades y de libertades: expresión, movilidad, participación. En las organizaciones y líderes se intenta su subordinación de las mismas a este régimen, se lesiona la legitimidad, el poder y la autonomía de las organizaciones sociales, las cuales son vistas por las Milicias como posibles aliadas u obstaculizadoras de su presencia allí. Familiares: hubo una injerencia en normativa –sanciones, amenazas, ejecuciones-. Quisieron ser “mediadoras en conflictos domésticos” y se instituyeron como modelo de socialización niños y jóvenes.

Si la población se había acostumbrado a la guerra, se despertó de esta situación: por la muerte de personas íntimas sin que los parientes pudieran hacer nada para evitarlo, por el sentimiento de desamparo, de impotencia y la angustia de perder la vida, que desbordaron todas las defensas, quedando presos del terror. Porque la arbitrariedad de los agentes de la guerra se volvió tan excesiva que el pánico se apoderó de la colectividad y ya no quedó ninguna imagen aseguradora a la cual aferrarse. Se produjo una suspensión de los sentidos: no ver, no oír, no hablar, no protestar, no denunciar, ni preguntar, para así vivir más.

Quienes les dieron su aval al régimen miliciano y a los demás grupos armados ilegales, decidieron tolerar procedimientos crueles con base en tres aspectos: a un principio de utilidad directa e inmediata por recibir de esas acciones beneficios temporales; al abandono por parte del Estado en lo que respecta a la responsabilidad social que tiene de regular los conflictos, y a un sentimiento de miedo y de cansancio por la inseguridad.

El costo más grande de la seguridad que ofrece un grupo armado ilegal, tiene que ver con los niños. La mayoría crecieron “teniéndole amor al arma.” Es decir, un apego afectivo a un objeto que sirve para la destrucción, independiente del ideal que le sirva como soporte.

Tercera fase, (2000-2002). Se inician las disputas por el control territorial, comienza la erosión del orden miliciano, es el momento de las soberanías en vilo, hay enfrentamientos entre milicianos y las fuerzas del Estado y se inicia la inserción paramilitar. La consecuencia es la generalización de los excesos, la deslegitimación y los cambios en las percepciones sobre las Milicias. Se desata la “verdadera guerra”. Esto produce el desplazamiento, emplazamiento y repoblamiento de mucha parte de la comunidad. Todos se sienten en riesgo de morir. Se trastoca la vida cotidiana y laboral; hay estigmatización de los habitantes por parte de otros sectores de la sociedad y un debilitamiento del tejido social: la sospecha generalizada, el encierro, la pérdida de confianzas. Pero también surgen nuevas solidaridades y la proliferación de grupos religiosos. Finalmente, un marcado deterioro socio-económico. En esta fase ocurrió la desactivación de varias organizaciones comunitarias o su repliegue; hay coacción del espacio de acción, una estigmatización de líderes y organizaciones con amenazas, asesinatos y desplazamientos. Las familias acudieron al cuidado y la vigilancia familiar, además de disgregación y desplazamiento de unas familias.

Durante la operación Orión, se tuvo la vivencia de que ningún lugar era refugio seguro para la población civil, ante la presencia del helicóptero artillado sobrevolando las casas el sentimiento que se apoderó de los habitantes fue el de fragmentación total.

Cuarta fase: post-Orión, (2002-2006). El Estado intenta re-legitimarse, acontecen sin embargo, reclutamientos, asesinatos selectivos, amenazas y vacunas. Siguen los miedos y las sospechas mutuas. Después de Orión, no puede decirse que vivir armado haya dejado de ser para los niños y jóvenes un estilo de vida que enorgullece, da reconocimiento y sirve de soporte al ser. El escenario para la guerra al parecer sigue siendo propicio. Lo demuestran las noticias de la actualidad, referidas a la formación de bandas juveniles que inician la repetición de un nuevo ciclo de violencia en la Comuna 13. Habrá que trabajar duro en la invención sistemática de estrategias que faciliten en los niños y en los jóvenes el paso psíquico del vínculo afectivo con el arma a la identificación con líderes formados en la vía de construir sociedad civil.

No obstante, a nivel comunitario se está en la vía de la reconstrucción del tejido social: la producción de nuevas alianzas y solidaridades; el re-posicionamiento del territorio en manos de la comunidad, movimientos juveniles luchan contra el estigma y hay tentativas de curar las huellas de la guerra y los miedos presentes.

Las acciones de paz promueven una sociedad civil en ciernes, fundamentada en distintas acciones colectivas, adelantadas por las organizaciones comunitarias que reclaman reconocimiento y tranquilidad; en trabajos grupales con la población juvenil e infantil para promover cultura de paz. Destacamos experiencias en comunicación, deporte, cultura y la toma de los espacios públicos: escenarios deportivos, bibliotecas, centros de capacitación, enmarcados por una nueva relación Estado-comunidad. A pesar de que se vive una tensa calma, hay un incremento de la participación ciudadana y un apoyo decidido de la Alcaldía para el pago de la “deuda social” de la ciudad con esta Comuna, mediante la inversión social y en infraestructura.

Premio a la investigación de Mayor impacto social, Alcaldía de Medellín, 2007

Mario Elkin Ramírez y Héctor Gallo, miembros de la AMP y de la NEL-MedellínHan recibido, con los demás miembros del Grupo Interdisciplinario sobre Conflictos y Violencias, de la Universidad de Antioquia, el premio a la investigación de Mayor Impacto Social de la Alcaldía de Medellín, 2007. Por la investigación: “Dinámicas de Guerra e iniciativas de Paz en la Comuna 13 de Medellín”.

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