Especialización en Psicología Clínica con Orientación Psicoanalítica

Curso: Fundamentos Clínicos del psicoanálisis

Profesor: Mario Elkin Ramírez

Protocolo de la clase viernes 2 de Octubre 2015

Estudiante: Diana Milena Castañeda

 

Se da inicio a la clase haciendo lectura del segundo principio y tomando la primera línea que refiere que  “la  sesión psicoanalítica es el lugar y espacio donde el sujeto afloja todas sus identificaciones más estables”. Ante esto es importante dar comprensión a qué se entiende por  identificación, estar fijado y porque se habla de sujeto en el psicoanálisis.

Se hace alusión al término sujeto  y no a otros como individuo por ejemplo ya que la palabra sujeto implica que este está sujetado a otros, al lenguaje, al inconsciente; es decir, no se piensa como un sujeto aislado, como sí lo consideraban otros estudiosos del tema, por ejemplo Piaget.

Para el psicoanálisis el sujeto es un sujeto social. A manera de ilustración se toma la cría humana, que nace en un desamparo afectivo, motriz, haciendo o forzando mejor a que esta especie haya tenido que ocuparse de la cría prematura para continuar, conservarse. Este desamparo es lo que hace a la humanidad dependiente. Lo que, a nivel psíquico, hace que haya una relación con otro que puede ser cualquiera, la madre, el padre, un cuidador, etc., esta comprensión teórica refiere a la fenomenología.

Ahora bien, en la metapsicología encontramos que Freud se da cuenta que el yo se constituye mediante identificaciones que son inconscientes, aquí el sujeto toma de otro algo, un rasgo que, según el caso, puede ser positivo o de goce. Estas identificaciones se pronuncian con mayor fuerza en la infancia y adolescencia.

Esta constitución propia del yo se puede asemejar a una “cebolla de huevo” esta representación nos lleva a entender que el yo es un compendio de capas y estas representan nuestras identificaciones,  donde existe variedad y diversidad, lo que hace que el yo sea “una suma de los otros” lo que podría entenderse como la complejidad  del sujeto.

En un espacio de análisis, y continuando con lo figurativo, estas capas de identificación más estables cumplen la función de orientar la vida y es en este espacio de análisis  que se le permite al sujeto que, a través de la palabra, exprese lo que le hace sufrir, de esta forma se va aflojando de eso que se siente fijado y le hace sufrir, permitiéndole sentirse ligero, liviano.

Continuando con la identificaciones, vemos cómo el psicoanálisis, y en el caso de  la sesión psicoanalítica, el analista le permite al analizante tomar distancia de normas, límites, hábitos a los cuales está sujeto, siendo este el lugar donde se le es permitido hablar, hacer lo que a nivel social no lo hace impecable. Es un espacio para confrontar los fundamentos de su propia identidad permitiendo así que se haga visible eso que le molesta y causa sufrimiento, ponerlo en cuestión hace que se le dé un lugar a eso que le perturba.

También hay que tomar en cuenta que el principio nos habla de que “puede atemperar estos cuestionamientos según las particularidades clínicas del sujeto”, es decir, los cuestionamientos no pueden aplicarse de forma sistemática, hay que dar lugar a la particularidad clínica del sujeto, a su estructura, dado que las identificaciones tienen una función en la vida  psíquica. Freud habla de los beneficios primarios y secundarios de la enfermedad y entrar aflojar estas identificaciones pueden,  según el caso, su particularidad, desestabilizar al sujeto, por eso  necesario identificar la función que cumple el síntoma,  la identificación  en el sujeto y  si corresponde a un beneficio primario, secundario para la ganancia y estabilidad psíquica del mismo.

Estas particularidades clínicas de los sujetos, para el psicoanálisis, son puntos de orientación diagnóstica, no buscan encasillar o etiquetar al sujeto, de allí que esta disciplina se ocupe de lo singular, de aquello que se sale del conjunto de lo particular y lo universal. El psicoanálisis no aplica dentro de las categorizaciones universales de la ciencia, pues este se ocupa de aquello que no se puede generalizar.

En este sentido también se habla de la particularidad del lugar del analista, quien se encarga en el hacer de sostener la interrogación, el cuestionamiento, haciéndose necesario separarse de códigos de conducta, explicaciones y concepciones universales que para el psicoanálisis taponan los cuestionamientos y no permiten que los sujetos se hagan responsables de sus actos, lo que se conoce como responsabilidad subjetiva. El psicoanálisis da apertura a que el sujeto se cuestione, no a que se explique o etiquete.

Sostener el enigma es expulsar las etiquetas de las clasificaciones y esto se hace una ardua tarea, este intento de sostener la interrogación particulariza en tanto que el analista no se identifica con ningún rol, magisterio o ideal que se presente en la civilización. No existe un ideal del psicoanalista, son particulares en su forma, su hacer no busca parecerse  a otros. Esto hace que el analista sea aquel asignable a la pregunta por el deseo, pues, a diferencia del médico que busca curar, en el psicoanalista su furor no es curar,  porque la enfermedad es concebida como una forma de sostenerse en el mundo, un mal que, según la particularidad, es necesario, lo que en ese sentido hace que sea una forma distinta de hacer psicoterapia que no busca taponar la interrogación, si no sostenerla. Para esto se hace necesario citar a Lacan en su texto La Dirección de la Cura y los Principios de su Poder (Lacan: 2008)  “Un analista no dirige la vida, dirige la cura” (Lacan citado por el profesor Mario Elkin Ramírez),  el psicoanalista desea que el otro se analice, lo que significa sostener la interrogación, el cuestionamiento que hace que el sujeto se encamine a lo que desea. Esto es propiamente lo que se da en un análisis, permitir al sujeto que transforme y encuentre su deseo.

Se culmina el comentario del segundo principio hablando del deseo y el analista como un hombre de deseo que orienta al analizante a buscar, encontrar, transforma su deseo.

Referencia bibliográfica

LACAN, J. (2008). La dirección de la cura y los principios de su poder, Escritos 2.

Cibergrafía

Terapia Psicoanalítica

Video: El segundo principio clínico

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