PROFESOR: MARIO ELKIN RAMIREZ
ESTUDIANTE: RICARDO PAREDES
RELATORÍA DE LA CLASE DEL 25 DE ENERO DE 2014
“LA DURACION DE LA CURA Y EL DESARROLLO DE LAS SESIONES NO PUEDEN SER ESTANDARIZADAS”…[1]
“Si hablamos de una verdad en construcción y no de “la” verdad inamovible, las “unilecturas” provenientes de la convicción en un marco teórico excluyente pueden obturar al sujeto y encorsetar la práctica. Es decir: si la importancia del caso fuera confirmar lo que se espera encontrar, el consultante podría ver diluida su posible pregunta siendo objeto de nuestra hipótesis anticipada. (…) El análisis suscita variantes sesión por sesión que no caben en un libro. Ajedrez sin piezas de partidas irremediablemente diferentes. El sujeto “hace falta” y esa es la salud del psicoanálisis. Animarse al estilo y a la escritura propia.”[2]
La practica analítica ciertamente como lo diría Freud, es una práctica “imposible”; imposible por la subjetividad de cada ser, sin embargo posible por ese mismo aspecto. El sexto principio como se expuso en clase, no pretende más que poner a la luz del lector una “certeza” tan importante como vital, para la comprensión del psicoanálisis. Retoma lo tratado en anteriores principios enfatizando en que la practica analítica no puede estandarizarse mediante protocolos o normas preestablecidas; por el contrario es cada caso, el que permite reinventar la teoría cuya función no es más que ser una fina base, sobre la cual se empieza a edificar sesión por sesión cada caso particular, apoyados únicamente, en el respeto por la subjetividad materializada en la palabra.
Por otra parte la practica analítica, es una invitación a quienes la practican, para hacer una “profesional apuesta”, que permita impregnar con su sello personal, el espacio analítico, sin mancharlo, dado que el principal actor en dicho escenario es el analizante mismo, puesto que la verdad en análisis es subjetiva, o sea, la que trae cada sujeto. Si se retoma al Dr. Freud, en uno de sus más conocidos casos, se puede tener mayor claridad sobre la anterior afirmación. El caso en cuestión, es el de Dora, cuyo desarrollo estuvo sesgado en cierta forma debido a que el mismo Freud, quiso en cierto modo probar, una hipótesis (Complejo de Edipo) que dentro del escenario analítico, no fue más que un prejuicio, que obturó, el desarrollo libre del proceso. Pues bien esto nos muestra que la teoría dentro del psicoanálisis no es más que una pequeña ficha (sin restarle importancia), de las muchas que están en juego dentro del análisis. “Hay un relato de un Freud impactado, dedicado a Charcot. Cuenta que estando reunidos varios extranjeros –formados en fisiología alemana- cuestionaban al médico francés por sus innovaciones clínicas. Y al señalarle que su exposición se contradecía con la teoría tricromática de Young – Helmholtz (acerca de la visión de los colores), Charcot respondió sin enredarse en razones: -‘La teoría está bien, pero no impide existir’.”[3]
Ahora bien, Si hablamos de una duración lineada por un protocolo en psicoanálisis, encontramos otro de los sesgos analíticos, pues al igual que el desarrollo de las sesiones no pueden verse obturadas, por un deseo del analista de que “todo calce a la perfección”, la duración no juega un papel distinto, dado que el ritmo del juego, solo depende de los jugadores, es más, en análisis el ritmo del juego, depende del analizante, por lo cual se hace visible una vez más, la subjetividad puesta en escena, generando la premisa de que “si todo analizante es tiene una subjetividad, no pueden existir dos procesos idénticos, si en duración, ni en desarrollo”. El analista, es simplemente quien acompaña el proceso, sin incluir su fantasma en el discurso del analizante, puesto que de hacerlo cerraría toda puerta al inconciente de aquel sujeto. Pero si hablamos de duración, implica que existe un fin del proceso analítico, en los casos que manejo Freud, encontramos análisis de un dia como lo fue el de Gustav Mahler, meses, como el de Hans, y años como el del hombre de los lobos; esto debido a lo que se ha venido revisando a lo largo de estos renglones. ¿Entonces cuando se debe finalizar un análisis? Para resolver este interrogante citamos a Lacan en la nota a los italianos de 1974, en la que dice:
“El analista, si se criba en el desperdicio que he dicho, es gracias a que tiene una idea de que la humanidad se sitúa en la buena fortuna (es donde está sumergida; para ella no hay más que buena fortuna), y es en lo que debe hacer circunscrito la causa de su horror, el suyo propio, el de él, separado del de todos, horror de saber (…) Desde ese momento, sabe ser un desperdicio. Es lo que el análisis da debido, al menos, hacerle sentir. Si ello no le lleva al entusiasmo, bien puede haber habido análisis, pero analista ni por asomo.” [4]
Lo que Lacan, nos enseña en este párrafo, puede ser tomado en función de nuestra aproximación que hemos venido realizando, como que el fin del análisis, se da al momento de que el analista, “sabe ser un desperdicio” (concepto que en lacan, hace alusión al desecho, a lo que ya no sirve). El ha venido acompañando al analizante durante su proceso, sin embargo este comprendió y resingnificó su significante, por ende ya no necesita del analista, para continuar…no por ahora. Lacan, menciona de igual forma que cuando se sabe un desperdicio, se debe generar un entusiasmo, que me atrevo a poner en el lugar del analizante, entusiasmo que no debe ser confundido, con las ganas, ni con la felicidad; sino que se debe comprender como el deseo del analizante de resignificar su fantasma, deseo ligado al “ser para la muerte”, a partir de días, meses, o años de asociación libre que reinventa la teoría y mueve al sujeto de su posición inicial.
Debido a lo anterior, el concepto de tiempo en análisis debe ser tomado en el orden de lo lógico, mas no de lo cronológico, puesto que lo meramente cronológico estaría contradiciendo el sexto principio que habla de una NO estandarización de la cura. El tiempo de orden lógico, tiene 3 momentos que son: el tiempo de ver, (que consiste en el momento inicial, la queja), el tiempo de comprender (subjetivación, responsabilización, empoderamiento de la situación) y ligado a el segundo, se produce un tiempo de concluir que va acompañado de una decisión impulsada por el deseo de resignificar, o entusiasmo como lo llamo Lacan. En este orden de ideas, el análisis podría decirse, que dura lo que el analizante se demore en comprender su discurso y hacerse cargo de él.
A modo de conclusión es válido mencionar que habiendo revisado el sexto principio rector del acto psicoanalítico, podemos darnos cuenta con mayor claridad que todo aspecto en un análisis, dista de cualquier esquema previo para su desarrollo, no es excepción de esto, la duración misma del proceso, ni el camino que sesión tras sesión se vaya recorriendo junto al analizante. La teoría es importante por cuanto conocerla nos permite como analistas un “punto de partida”, lo que siendo una metáfora podría decirse como el tipo de pasta de un libro, siendo su contenido el discurso propio de cada analizante, puesto que es este quien escribe en la sesión analítica, y el analista quien lee, dicha escritura y puntúa el discurso del sujeto. Debido a lo anterior, la duración de la cura no puede determinarse en un esquema o protocolo de atención clínica, puesto que como ya se ha revisado la subjetividad es el aspecto más importante a tener en cuenta al inicio de cada caso en psicoanálisis; por lo tanto el fin del análisis está ligado al paso que el analizante lleve de su propio discurso, como lo mencionábamos en renglones pasados, está ligado al tiempo de comprender, pues, es ahí donde siente la necesidad de concluir el proceso y hacerse cargo de su propia situación, dejando también de lado el vinculo con el analista, quien acompaño dicho proceso, pero ya es innecesario en lo que viene posterior a la conclusión. Esta no es más que una invitación a quien practique el análisis, por continuar su camino investigativo del ser, alejándose de toda infatuación, y aferrándose al único principio de que cada caso es un nuevo camino por recorrer y un nuevo mundo por explorar. Sin “desde dónde” teórico, es difícil ir. Sin lectura en la clínica nos quedamos sin “saber”[5].
“No, nuestra ciencia no es una ilusión. Sí lo seria creer que podríamos obtener de otra parte lo que ella no puede darnos.[6]”
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
– ALBERTO SANTIERE, Teoría sin Ciencia, Ciencia sin Teoría, En: Revista Imago Agenda, Agosto 2009, No. 132
– ERIC LAURENT, Principios Rectores del Acto Psicoanalítico.
– FREUD, Sigmund. El Porvenir de una Ilusión. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol.21, p 55) Buenos Aires-Argentina: Amorrortu Editorial. (1984) (Trabajo original publicado 1927)
– JACQUES LACAN, Nota a su “Grupo Italiano”, 1974.
[6] FREUD, Sigmund. El Porvenir de una Ilusión. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol.21, p 55) Buenos Aires-Argentina: Amorrortu Editorial. (1984) (Trabajo original publicado 1927)
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