SEMINARIO DE CONCEPTOS III: LA TRANSFERENCIA

MAESTRÍA EN INVESTIGACIÓN PSICOANALÍTICA, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

PROFESOR: MARIO ELKIN RAMÍREZ

ESTUDIANTE: SEBASTIÁN BEDOYA

FECHA: 1-9-2017

En un primer momento se da inicio al encuentro con la lectura del protocolo correspondiente a la sesión anterior de clase. En él se destacan los aportes derivados de la exposición del apartado final del texto de Freud “Dinámica de la transferencia”, haciendo énfasis en la frase “pues, en definitiva, nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigie«.

Se plantean las implicaciones de lo anterior sobre la clínica y la experiencia analítica aludiendo a la transferencia como la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente y, las consecuencias que deben tenerse presentes respecto a la instalación, manejo y caída de ésta.

 

  1. Algunas anotaciones sobre el amor de transferencia

 

En la segunda parte de la clase comienza la exposición del apartado primero de “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia”, texto de Freud publicado en 1915 a propósito de una serie de trabajos respecto a la técnica psicoanalítica. Éste en particular-anota el comentarista- valorado por el autor como el mejor logrado dentro de los demás escritos que componen la serie. Se resalta en este punto la sugerencia de complementar la lectura del presente escrito con la carta de Freud dirigida a Ferenczi el 13 de Diciembre de 1931 pues en ella se puede explicitar la postura asumida por el primero en cuanto al abordaje llevado a cabo por el interlocutor respecto de las manifestaciones transferenciales de sus pacientes. Se comenta que la postura Freudiana comporta una advertencia amable pero tajante pues señala los efectos inconvenientes de responder con expresiones de cercanía y acogimiento físico a las manifestaciones de malestar o ternura de los analizantes. Se dice que este escrito es una respuesta a una corriente que interpretaba el uso de la transferencia justificando una actuación del analista.

Para esclarecer lo anterior se acota la denominada “Técnica activa” de Ferenzci, cuya opinión consideraba la dificultad temporal para la instalación de la transferencia, situación ante la cual justificaba las manifestaciones afectivas del analista hacia el paciente pues su supuesto versaba en que éstas conllevaban un efecto acelerador sobre la transferencia.

Ahora bien, adentrándose en las letras de Freud se exponen los desenlaces tanto del tratamiento como del analizante y el analista en caso de que se correspondiera a las manifestaciones afectivas que emergen en el análisis. Así, señala Freud -a propósito de un caso en que la paciente se enamora de su analista-, que la primera salida consiste (según los no iniciados en el psicoanálisis) en la respuesta afirmativa y por tanto unión entre el analista y su paciente. Freud pone en duda dicha unión en tanto la perdurabilidad de este sentimiento.

El segundo desenlace implica la separación de analista y analizante lo que conlleva la terminación del proceso analítico y por tal la aparición nuevamente de los síntomas y la búsqueda de un nuevo analista; esto a su vez desembocaría -muy seguramente- en la iniciación de más tratamientos repitiéndose cada vez las condiciones problemáticas presentes en el ámbito transferencial.

En este sentido propone Freud la anotación de dos puntos uno concerniente al analista y otro referido al analizante. El primero consiste en la aclaración para el analista de que su abordaje de la transferencia debe estar mediado por la comprensión de sus manifestaciones tomándolas como derivados de la situación analítica como tal y no asumiéndolas como una dádiva o cumplido hacía su persona ni mucho menos como una referencia positiva en cuanto a su experticia profesional. En cuanto al analizante Freud alude la alternativa de renunciar a todo tratamiento analítico y considerar sus sentimientos amorosos hacia el analista como un destino inevitable. Lo anterior es puesto en el orden de lo inconveniente pues para el autor se debe preservar siempre el interés por esclarecer y tratar la enfermedad. Por tanto, se deben considerar las expresiones afectivas en la experiencia analítica como producto de los contenidos que se despliegan en ella más no deben ser estas ni tomadas ni asumidas como una realización del amor.

De igual manera se destaca por parte del autor que la preparación previa del paciente anoticiándolo de la ocurrencia de sentimientos tiernos hacia el analista, no conlleva el objetivo de orientar a buen término el tratamiento; constituye más bien una práctica cuyo efecto será la instalación de un obstáculo de mayor dificultad para su remoción pues con ello se resta a los fenómenos transferenciales su carácter de espontaneidad y por tanto se priva al analista de valerse de los contenidos que allí se manifiestan como insumo para su comprensión del caso. Se dice lo anterior pues para Freud el surgimiento de los sentimientos amorosos constituye a todas luces una estrategia de la resistencia del paciente a la cura, lo que implica también un medio para poner a prueba la rigurosidad del analista en su formación.

Existe sin embargo un tercer desenlace que implica “el anudamiento de relaciones amorosas ilegitimas y no destinadas a ser eternas”. Es pues el caso de la instalación de un vinculo afectivo entre analista y analizante valorado como imposible tanto por la moral cultural como por los códigos éticos.

Se concluye este momento indicando cómo los tres desenlaces descritos a propósito de un mal manejo de la transferencia hacen imposible un análisis.

  1. comentario sobre el discurso de Pausanias en el Banquete de Platón

Para el segundo momento de la sesión se avanza en la lectura de El Banquete de Platón, específicamente acercándose a las implicaciones de lo formulado por Pausanias en su discurso. Se anota inicialmente el contraste entre la posición de Fedro (descrita como la de un teólogo) y la de Pausanias formulada como la postura de un sociólogo dado tanto su conocimiento de las maneras en que es legislado el amor en otras ciudades como su exigencia de que exista un ordenamiento, una ley, una regulación para amar.

A esta última Lacan la va a denominar como “la psicología del rico” en tanto se trata del privilegio del ahorro mas no del gasto pues vale la pena invertir en lo seguro más no en lo incierto. Se dice en este punto que se trata pues de la distribución libidinal que esta puesta en juego en el amor, se trata del establecimiento de unas condiciones precisas para amar que procuren lo estable, lo bueno, lo bello y lo verdadero.

Pausanias arremete contra el discurso de Fedro indicando la doble naturaleza del amor en tanto hablar de este implica la figura de Eros y la de Afrodita. Se anota aquí la presencia de dos formas del amar una en la cual la mujer está presente (amor pandemo catalogado como vulgar, corriente, destinado más al cuerpo que al alma y por tal más cercano a la violencia) y otra, -destacada en voz del autor- que no involucra la presencia de la mujer (Amor Uranio descrito como más elevado y destinado a la admiración del saber más que a la belleza).

De allí que se indique que el argumento de Pausanias no contempla la duplicidad sexual pues su discurso defiende una postura homosexual que va más allá de la mera distancia y común desvalorización que recaía sobre la mujer en la época. Mas bien el planteamiento presentado por Pausanias revela la Paideia griega descrita como una forma de educación en la que se pone de manifiesto el sentimiento de amor entre un hombre mayor y uno menor o bien el amor entre el maestro y el efebo mediado no únicamente por el contacto sexual sino también por una dimensión que involucraba el conocimiento.

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